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Sin desescalamiento estaríamos llegando a un nuevo proceso de paz fallido: Farc

Mientras se desarrolla el ciclo 38 de paz entre el Gobierno y las Farc en La Habana, Cuba, la guerrilla emitió un documento en el que se muestra pesimista...

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'Iván Márquez' Foto: EFE
'Iván Márquez' Foto: EFE

Mientras se desarrolla el ciclo 38 de paz entre el Gobierno y las Farc en La Habana, Cuba, la guerrilla emitió un documento en el que se muestra pesimista frente al desarrollo de las negociaciones y afirma que “falta mayor voluntad política del Gobierno”.
 
La guerrilla reitera su llamado a un cese bilateral al fuego al considerarlo urgente para evitar “una nueva frustración”. (Lea también: Farc responde críticas de procurador a la mesa de negociaciones en La Habana)
 
“Se necesita desescalar urgentemente la confrontación, de lo contrario aumentará la desconfianza mutua, y seguramente, estaríamos llegando poco a poco a una nueva frustración. Eso sería un desastre nacional”.
 
El artículo titulado ‘El difícil camino hacia la paz de Colombia’ hace un recuento de lo que han sido los fallidos procesos de paz en Colombia. (Lea también: Farc pide a Gobierno no asumir como chantaje petición de cese al fuego bilateral)
 
“En el proceso de paz que se desarrolla en La Habana a pesar de los avances en tres acuerdos parciales y otros acuerdos, falta más voluntad política del gobierno y la participación del pueblo en este propósito que debiera ser prioridad nacional”, dice el texto.
 
 
Este es el texto emitido:
 
Por: Rubín Morro, Delegación de Paz de las FARC-EP
 
El derecho a la vida y a la paz está por encima de todos los derechos. Esta es la esencia de la felicidad humana en cualquier parte del planeta.
 
Colombia es un país inmerso en una guerra interna hace más de 50 años; organizada y patrocinada por los partidos tradicionales, esta violencia en sus albores creció y estalló como pólvora, se le salía entonces de las manos a los partidos liberal y conservador. Las guerrillas fueron creciendo en su propia dinámica, al punto que el mismo General Rojas Pinilla decretara una amnistía traicionera para que se entregaran. La mayoría de combatientes cayeron en la trampa, se convirtieron en guías y sapos del ejército y pasaron a conformar bandas de matones, mientras sus dirigentes fueron asesinados por el mismo gobierno del Frente Nacional, así cayeron Guadalupe Salcedo, Dumar Aljure, Efraín González entre otros. 
 
Al mismo tiempo en el país surgía otra guerrilla con ideología comunista. Nuestra organización las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Ejército del Pueblo, FARC-EP, desde sus orígenes ha luchado incansablemente por la paz, por la defensa de la vida, democracia real y vida digna. Quisimos parar aquella guerra oficial decretada por los sectores más reaccionarios y militaristas en cabeza de Álvaro Gómez Hurtado y Víctor Mosquera Chaux, bajo el pretexto de rescatar del comunismo las llamadas repúblicas independientes, pero no fue posible. A pesar de los distintos llamamientos, de la solidaridad expresada por personalidades, organizaciones sociales y políticas, no solo en Colombia sino en el mundo, con el campesinado de Marquetalia, la agresión se produjo.
 
Nos cerraron, en aquella época todas las puertas civilizadas posibles, nos obligaron a tomar las armas para defendernos, solo nos dejaron la vía armada, que entre otras cosas ha sido sumamente dolorosa.
 
Aquella guerra contra 48 campesinos dirigidos por Manuel Marulanda Vélez, Jacobo Arenas, Hernando González Acosta, entre otros revolucionarios, inició el 27 de mayo de 1964, con tropas selectas del gobierno colombiano y el apoyo de los Estados Unidos, en el marco de una ofensiva imperial continental contra el movimiento revolucionario. Aquella operación, que fue planificada para tres semanas, llega hoy a los 51 años de resistencia.
 
El primer intento por llegar a unos acuerdos de paz se inició hace más de 33 años con el gobierno del presidente Belisario Betancur, se firmaron los Acuerdos de la Uribe, se pactó una tregua que duró 5 años, estos acuerdos dieron como resultado el nacimiento de la Unión Patriótica, movimiento político que fue barrido a tiros con más 5 mil de sus militantes muertos. Este proceso de paz fracasó por falta de voluntad política, cuyos detractores, abiertamente hicieron abortar este intento de reconciliación de la familia colombiana.
 
Luego vendrían otros intentos por concretar procesos de paz que condujeran a parar la guerra, en los que el propósito del gobierno siempre fue imponer el sometimiento, la claudicación de la insurgencia. Para las FARC-EP, la paz radica en la resolución de las causas que han originado esta vorágine de violencia que por más de 5 décadas ha azotado nuestra nación de manera sistemática.
 
Es difícil el camino de la lucha por la paz en una nación sometida, y fundada en sentimientos de venganza y odio. Es una herencia santanderista que ha creado una ilegitima legalidad y todo lo que esté por fuera de esta caparazón, es sedición, ilegalidad y en consecuencia enemigo; es la cultura enseñada bajo la concepción del enemigo interno. Pretenden hacer aparecer a la insurgencia como la generadora de violencia, cuando somos la respuesta popular ante los abusos estatales.
 
En el proceso de paz que se desarrolla en La Habana a pesar de los avances en tres acuerdos parciales y otros acuerdos, falta más voluntad política del gobierno y la participación del pueblo en este propósito que debiera ser prioridad nacional. El Estado es determinador de este conflicto. Es quien tiene la gran responsabilidad de abrir espacios reales de participación y hacer posible el camino hacia la paz.
 
Las experiencias internacionales han mostrado que en la construcción de acuerdos para la terminación de conflictos armados, debe existir una férrea voluntad política de las partes. La propuesta de cese al fuego bilateral tiene como objetivo crear confianza entre las partes y dialogar sin los apremios de la guerra. Para Colombia este sería un gesto fundamental de humanismo y sobre todo nos evitaríamos más muertes innecesarias; pero la insensatez del gobierno ha impuesto unas conversaciones de paz en medio de la guerra, a lo que se agrega la manipulación que presenta la muerte de los guerrilleros como algo normal en la guerra que no afecta el proceso; pero cuando los muertos son soldados del régimen, entonces se presentan como un gran atentado contra la paz. ¡Que incoherencias y que asimetrías, en este difícil camino en búsqueda de la paz para Colombia!
 
Se necesita desescalar urgentemente la confrontación, de lo contrario aumentará la desconfianza mutua, y seguramente, estaríamos llegando poco a poco a una nueva frustración. Eso sería un desastre nacional.

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