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Brujas, mujeres lindas y pornografía: las excentridades de alias ‘Pijarbey’

Con el abatimiento del denominado “Capo de los Llanos”, Martín Farfán Díaz González, alias “Pijarbey”, quedaron en evidencia documentos sobre...

Con el abatimiento del denominado “Capo de los Llanos”, Martín Farfán Díaz González, alias “Pijarbey”, quedaron en evidencia documentos sobre sus contactos en el extranjero. 
 
En su vivienda rústica en Cumaribo (Vichada), recibía a narcos provenientes de Europa (España), Centro América (Puerto Rico y México), quienes ingresaban ilegalmente a Colombia a través de Venezuela, con el fin de negociar grandes cargamentos de estupefacientes.
 
Las extravagancias no dejaron de ser parte de su clandestinidad. En un teléfono móvil y una agenda ubicada en el lugar del operativo, fue encontrada una completa relación sobre el ingreso de modelos y mujeres prepago, que hicieron parte de su diario vivir. Aparecen registros por lo menos tres o cuatro jóvenes que lo visitaban por semana, todas entre 15 y 20 años de edad, provenientes de varias zonas del país.
 
Era adicto a la pornografía y solicitaba adolescentes de la región a las que explotaba sexualmente y obligaba a ingerir whisky. Una de ellas, identificada como “Luisa”, habría sido su última compañera sentimental. Los padres de las niñas sometidas por el criminal, recibían como compensación tierras, ganado y vehículos.
 
Otra perversidad al descubierto en la operación, fue la inocultable inclinación del criminal por la santería. Contaba con la asesoría de dos pitonisas de Urabá y Chocó, a quienes les coordinaba desplazamientos hasta Vichada, con el fin de hacer rituales que aparentemente le servirían para alejar cualquier tipo de peligro en su contra.
 
La fotografía de una de ellas fue encontrada en el teléfono móvil de alias “Pijarbey”. Era conocida como “Luli” y le había sugerido portar siempre el talismán u rezo del gato negro, como amuleto para su protección, pero el narcotraficante fue más allá, pues también lo tatuó de manera artesanal en el brazo izquierdo.
 
Por recomendaciones de las “pitonisas”, alias “Pijarbey” usaba joyas en oro, razón que lo llevó a portar un canguro donde sólo cargaba joyas. De igual manera, obligaba a su esquema de seguridad a usar por lo menos un accesorio en oro, como “contra” o “amuleto” para repeler amenazas y ataques.
 
Una de sus aficiones, era la compra de relojes con incrustaciones en diamante y oro de 18 quilates, que adquiría en tiendas especializadas en Bogotá, por los que llegó a pagar entre 60 y 100 millones de pesos. Personas muy cercanas y de confianza como su hermano, eran las encargadas de recoger y llevarle los relojes.
 
Días antes de la operación de la Policía Nacional contra Martín Farfán Díaz González, los investigadores conocieron una grabación en la que ordenó traicionar a sus contactos narcotraficantes del “Clan Úsuga”. Ante la llegada a Vichada de un delincuente, alias “La Mona”, enviado por alias “Otoniel”, el cabecilla de la banda “Libertadores de Vichada”, pidió a sus hombres actuar de cualquier manera contra lo que consideraba una usurpación a su negoció ilegal.
 
Con información de Policía Nacional.

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