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Especial musical: homenaje a Gustavo Cerati

En el especial de este sábado, recordamos a uno de los grandes del rock latino, quien falleció este jueves a los 55 años de edad y, a pesar de todo,...

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aún continúa entre nosotros.

 

Gustavo Adrián Cerati Clark nació el 11 de agosto de 1959 en Buenos Aires, Argentina. Hijo mayor del contador e ingeniero Juan José Cerati y de Lilian Clark. Su vida fue la típica de un niño de barrio con una fuerte vocación por la música. Su mamá lo recordaba así en un documental para el canal Á de Argentina.

 

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Gustavo Cerati, cuando pequeño, hacia su vida como cualquier niño, en la calle con los amigos jugando al fútbol, pero tenía una inclinación fuerte por el dibujo. Cada día llegaba después del colegio y tomaba cuánto papel tuviera a cerca para hacer comics. Los dibujaba con cuadrículas dejando las cabezas de los personajes grandes y sonrientes. Más adelante, en su adolescencia, conoció el rock y comenzó a tocar la guitarra, instrumento que lo acompañaría hasta el último toque en Venezuela.

 

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Cerati ya tocaba la guitarra y tenía la inquietud de hacer su propia banda, apoyado por sus maestros. En el documental ya mencionado, la madre de Cerati recuerda esa época. Pero si bien el rock estaba presente, fue el folklore fue el primero en la lista de géneros que empezaba a tocar, influenciado por sus profesores. Su mamá nunca dudó cuál sería el futuro de su hijo.

 

Como toda madre, Lilian Clark recordó en el programa Rockeros de la televisión argentina  que, si bien incentivaban a su hijo, de todos modos querían que estudiara alguna carrera que representara una alternativa a la música. Después de formar varios grupos, a los 20 años comenzó a estudiar en la Universidad Del Salvador, en donde conoció a quien sería su compañero de Soda Stereo, Héctor “Zeta” Bossio.

 

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Entre estudios y la afición por la música, comenzaron los ensayos para tratar de mostrar algo creativo en la música junto con su amigo Zeta Bossio.  Charly Alberti apareció un tiempo después de la manera más inesperada. Al principio no era un baterista lo que necesitaban, pero resultó que ofrecía algo que le hacía falta, así que decidieron primero aprovechar la oportunidad, y luego ver que tan buen baterista era. Con el trío ya armado, comenzaron los ensayos, pero Cerati aún no creía que la banda tuviera los suficientes integrantes, por lo que hizo audiciones con músicos como Daniel Melero y Richard Coleman, con la intención de hacer un cuarteto, porque Gustavo quería solo cantar, y que alguien más se encargara de la guitarra.

 

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Si bien el talento de los tres integrantes originales de Soda Stereo comenzó a encajar, su primera oportunidad vino de otra banda, pero no por el apoyo, sino porque un día no pudo tocar. Para afianzar su cohesión como grupo, la banda ensayaba tocando música de The Police. El cantante de una banda llamada Virus, oyó al grupo de Cerati, y decidió producir sus primeros temas, además de aportar su experiencia en la puesta en escena de los shows de la naciente Soda Stereo. El carisma e imponencia de Gustavo fue el eje del desarrollo creativo de todo lo que giraba alrededor de la banda.

 

El perfeccionismo de Gustavo Cerati fue el que lo llevó a ser un gran guitarrista. La característica que lo diferenciaba, según algunos músicos, es el sentido rítmico al tocar, ya que no se deshace en solos virtuosos independientes dentro de la canción, sino que cada acorde corresponde al ritmo y se nutre del sonido de los demás instrumentos, en especial de la batería, para lograr más ímpetu en la interpretación del instrumento. En el documental Rockeros de la televisión argentina, la mamá de Cerati cuenta como se encerraba en la sala de la casa a practicar.

 

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Después de Nada Personal, el éxito trascendió las fronteras de Argentina, pero con el crecimiento de la banda, Cerati comenzó a sentir que hacía falta “decir algo”. La primera muestra de lo grande que era Soda, se dio en 1991 cuando 250 mil personas fueron a un concierto gratuito que ofreció en la avenida Nueve de Julio en Buenos Aires. La Sodamanía ya había llegado a Perú y Chile, en donde los fanáticos pasaban la noche en carpas afuera de los hoteles donde se hospedaba la banda, y en Colombia y México, fueron el ejemplo a seguir a la hora de hacer rock en español con seriedad y autoridad.

 

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La inquietud de Gustavo Cerati no paraba con lo que hacía para Soda Stereo, sino que continuaba desarrollándose en solitario y junto a amigos músicos con los que hacia experimentos que mostraban el lado electrónico de su visión musical. Uno de ellos era Daniel Melero con el que compartió lo que el mismo llamo una catarata creativa que desembocó en un CD llamado Colores santos.

 

Luego de su experimento en solitario, Gustavo Cerati continúa trabajado con Soda Stereo para producir un nuevo disco llamado Dynamo, después del cual, se fueron de vacaciones en 1993. Cerati, a punto de ser padre, se mudó a Chile y produjo Amor Amarillo, su primer paso como solista. Un disco grabado en su casa como una verdadera introspección, sin intenciones de dejar Soda, pero sí como un alto en el camino para analizar lo recorrido y dedicar un tiempo a la familia.

 

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Cuando Gustavo Cerati quiso retomar la carrera con Soda Stereo. La relación ya estaba resquebrajada porque todos sentían que había sido problemático que se hubiera ido sin mayores preocupaciones sobre su oficina, sus compromisos o su futuro. Poco tiempo después,  una tragedia resulto ser la razón para mantener unido al grupo. El hijo de Zeta muere en un accidente, y la cercanía de Cerati y Alberti se vuelve el soporte de Bossio para superar la perdida.

 

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El cansancio y el desgaste de los años juntos hicieron mella en el grupo y por más que quisieron seguir se dieron cuenta de que lo que los había mantenido unidos ya estaba agotándose. Con la madurez de los años acumulados decidieron despedirse pero a lo grande, con una serie de conciertos en los que dijeron “Gracias Totales”.

 

El cierre de Soda Stereo, abre las puertas de la etapa solista de Cerati con una tendencia a la electrónica. Se tomó su tiempo para producir Bocanada en 1999, que se consideró como un nuevo sonido para el argentino, pero con la impronta característica de Gustavo Cerati, con su sonido y su profundidad en las letras. Tomando prestados segmentos de muchas canciones latinoamericanas, jugo zampeando instrumentos, incluyendo vientos y aportando nuevas características a su música.

 

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Para el 2002, Gustavo Cerati tenía una credibilidad aún más grande, no como integrante y líder de una banda, sino como solista. Su nombre se independizaba de la imagen de Soda, y su personalidad musical seguía viajando con diferentes fusiones, intenciones y ritmos. Las letras de Cerati, siempre han representado un reto para sus seguidores, ya que a primera vista parecen incoherentes, aunque el final de la canción hace que todo se entienda y llegue el mensaje.

 

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Un solista como Cerati, por grande que sea, no se basta solo y si los días con Soda Stereo habían quedado atrás, los músicos que acompañaron a Gustavo en a nueva etapa, también se volvieron influyentes en la manera en que hacia la música. El avance de Gustavo Cerati como músico parecía no tener fin, y seguía fluctuando entre canciones tan producidas como Artefacto y tan suaves como las baladas por las que se recordaba a Soda. 

 

El siguiente disco de Cerati se llamó Ahí Vamos, pero para el músico no fue como una frase de conformismo, sino como un grito de Batalla.  De los discos como solista hasta esa fecha, este resultaba ser el más rockero, rodeado de artistas y músicos venidos del rock fuerte que llevaron más arriba la característica de explorador de Gustavo, para poder fundir cada instrumento en sus creaciones. Ya para esa época, la idea de reunirse con Soda Stereo no era tan imposible y si bien no habría una motivación inicial para hacerlo, las constantes preguntas al respecto ya empezaban a responderse con un “Y por qué no?

 

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Gustavo Cerati define su carrera solista como un crecimiento personal y artístico. Como bien decíamos hace un rato, la idea de regresar con Soda Stereo no era tan fuera de contexto como antes, y hasta el mismo Cerati daba luces sobre la posibilidad de un reencuentro. Por eso, 10 años después de haberse despedido regresaron de la manera más espectacular... como los vieron partir... con una gran gira.

 

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En el 2007, Gustavo Cerati regresó a los escenarios con sus amigos para poner otro nombre en la mente de los fanáticos: la gira “Me Veras Volver”. Si bien siempre se habló de la posibilidad, e incluso hubo ofertas que pedían un único concierto por un millón de dólares, el regreso de Soda fue, ni más ni menos, cuando lo quiso Cerati. Como era lógico, el primer paso fue su Buenos Aires, en donde llenaron 6 veces el estadio de River. El resto de américa los esperaba para superar records. La gente coreaba todos los éxitos de Soda con una nueva energía.

 

La gira superó cualquier expectativa, pero para Gustavo Cerati, fue más que una manera de recaudar cifras astronómicas en taquilla o volver a vender DVDs. Y ahí quedo para la historia de Soda: Abrió el 19 de octubre del 2007 en Buenos Aires y cerró después de 21 conciertos en la misma ciudad. Cada concierto reporto entradas agotada, y en Colombia llenaron el parque simón Bolívar el 24 de noviembre de ese año. La Sodamania estaba más viva que nunca.

 

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La gira Me Veras Volver quedo para la historia de Soda Stereo, pero la carrera de Cerati continuó y llego el último álbum publicado hasta la fecha: Fuerza Natural, un álbum que se lanzó en 2009 y que marcaba el regreso de Gustavo a su carrera como solista y la señal de que en realidad soda ya era parte del pasado. La gira de presentación del disco fue un éxito, llenando escenarios en Latinoamérica. En mayo de 2010 se presentó ante 15 mil espectadores en Bogotá y su siguiente parada era Caracas. Sería su parada final, antes de sufrir el accidente cerebro-vascular que lo dejó en coma hasta su fallecimiento este jueves.

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