"La lectura y la soledad", editorial de Ana Cristina Restrepo

Este es el Editorial de Ana Cristina:
 

Si siente que se le acabó el romanticismo: busque las palabras más bellas en el libro Historia oficial del amor, de Ricardo Silva Romero.

Si está aburrido de tanta televisión tan mala, que muestra siempre lo mismo, trate de encontrar emociones fuertes, súbitas e inesperadas en las páginas del libro La verdad sobre el caso Harry Quebert, del escritor suizo Joel Dicker.

Si quiere reconciliarse con la vida, una voz de fuerza. Su libro es Instrumental: memorias de música, medicina y locura, escrito por el pianista británico James Rhodes.

Mientras usted escucha estas palabras, los tres escritores citados deambulan por las calles de Medellín. El Hay Festival en español los ha traído a nuestra ciudad para que todas las personas como usted, que va en su taxi, en el bus, que están en su casa u oficina, se acerquen a los libros, esa forma tan bonita de entender la vida.

Siempre nos han dicho que la lectura tiene que tener un propósito: leer para aprender, leer para desarrollar las habilidades argumentativas, leer para conocer la gran Historia y las historias de los otros. En la escuela siempre nos dicen que hay que leer con un propósito, ¿Qué tan si pensamos la lectura como un acto de simple esparcimiento? ¿Leer porque sí y punto?

Leer libros puede tener incontables beneficios individuales y colectivos en el orden de lo social, cultural, científico y cognitivo, es cierto, no hay duda; pero de lo que pocos hablan es de la compañía que llega a ser un buen libro.

Un libro bien escrito es el amigo perfecto: usted abre sus páginas y el amigo comienza a hablar. Cierra el libro y ese mismo amigo se calla… hasta que usted lo quiera escuchar de nuevo.

Además, hablar y recordar personajes de libros como si fueran amigos del colegio o de la cuadra, es una experiencia genial.

Es por eso que, de la lectura, se podrán y se seguirán haciendo muchos estudios; se dirán muchas cosas, pero hay una que usted sí puede comprobar solo, en el metro, en el bus, en un sillón, en su cama, en la hamaca, durante una escapadita del trabajo: quien lee un libro, nunca está solo del todo.