Una encuesta muy polémica: editorial Ley del Montes septiembre 22 de 2016

El Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas (DANE) decidió suspender la llamada “Encuesta de Comportamientos y Actitudes en Sexualidad en niñas, niños y adolescentes escolarizados 2016” , que se realiza en el país cada dos años desde 2006. La encuesta tiene como propósito conocer los factores de riesgo social, individual y familiar de los niños entre los 10 y los 17 años.

La controversia se desató porque muchos padres de familia del país, así como diversos actores de instituciones educativas, consideran que las preguntas formuladas y el lenguaje empleado en la encuestas son inapropiados.

El Dane informó que la suspensión del estudio se debió a la necesidad de “evaluar alternativas de parafraseado de algunas preguntas que hacen parte del capítulo de sexualidad”. La encuesta pretendía conocer la opinión de 104.346 niños y niñas del país y sólo se alcanzó a conocer la opinión de un poco más de la mitad de la meta fijada por el Dane.

Algunas preguntas de la encuesta –en el capítulo sobre sexualidad de los menores- tienen un tono explícito, como la que se refiere a los juegos sexuales en grupo. Igual sucede con otras del mismo tenor.

Ese tipo de preguntas fueron consideradas “impertinentes” por algunos padres de familia y actores de instituciones educativas y por esa razón el Dane tomó la decisión de suspender el estudio.

Una de las voces más críticas es la de Fernando Vita, coordinador de la Mesa Nacional de Educación Privada y presidente de la Uncoli, quien cuestionó el hecho de que a un niño de 11 años se le indague sobre si ha tenido sexo grupal. “El contenido de las preguntas es inapropiado y los padres de familia sí deben ser consultados sobre si se puede o no hacer este tipo de encuestas a sus hijos”.

Por su parte Mauricio Perfetti, director del Dane, considera que la encuesta es muy importante porque la pornografía infantil, el abuso o la explotación, son algunos fenómenos que hacen parte de la realidad del país y por tanto no se puede negar su existencia.

“Nosotros no podemos estar ignorantes a esta problemática. Por eso la encuesta pone de manifiesto una situación que se presenta para que la sociedad tenga conocimiento de lo que sucede”, sostiene Perfetti.

En el debate que se ha suscitado quedan  planteadas las dos posturas antagónicas sobre cómo abordar el espinoso y complejo asunto de la sexualidad en menores de edad.

¿Puede una entidad oficial como el Dane abordar temas de sexualidad de los menores sin consultar la opinión de los padres de familia, amparado en la figura del anonimato? ¿Hasta dónde pueden entidades del Estado indagar sobre conductas aberrantes –o abiertamente delictivas, como la pornografía infantil- en colegios del país, sin que ello signifique inmiscuirse en las responsabilidades que competen a los padres de familia? ¿Se requiere del lenguaje explícito –a la hora de indagar a los menores- para conocer algunas de esas conductas o delitos? ¿Qué tanto hay de mojigatería y de sentido de la responsabilidad en el reproche de algunos padres de familia al estudio del Dane?

Son muchas preguntas para un asunto que debe ser abordado con seriedad y responsabilidad, tanto por el Gobierno como por los padres de familia.

La suspensión de la encuesta, aunque aplaca los ánimos de los padres de familia, no soluciona la problemática que afecta a miles de niños en todo el país. El replanteamiento de algunas preguntas impertinente y ofensivas, podría permitir continuar con el estudio, que –sin duda- tiene un enorme valor para la sociedad, especialmente para los padres de familia y los propios menores.