Quince años después de su entrada en la lista representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la Unesco, el tango rioplatense continúa formando parte del vibrante paisaje cultural de Buenos Aires, pese al sacrificio que supone para muchos artistas consagrar su vida a esta disciplina mundialmente conocida.

El tango es omnipresente en Buenos Aires, especialmente en lugares emblemáticos como el cementerio de la Recoleta, San Telmo y los cafés del microcentro porteño, formando parte de la banda sonora de la ciudad.

Aunque la decisión de la Unesco se tomó en 2009, los eventos conmemorativos oficiales comenzarán este jueves en Argentina, que junto a Uruguay comparte la distinción.

Pese a la importancia cultural del tango, los bailarines como Florencia y Javier enfrentan desafíos económicos, destacando que el tango no está bien valorado ni pagado en Argentina.

La crisis económica y la alta inflación en Argentina han afectado también al tango, un género que históricamente ha reflejado las dificultades y emociones de la gente del Río de la Plata.

En el extranjero, el tango es muy valorado y visto con pasión, ofreciendo mejores oportunidades económicas para los bailarines que en su propio país.

La dedicación profesional al tango requiere un compromiso significativo, incluyendo al menos dos horas diarias de ensayo durante cuatro días a la semana, además del tiempo de actuación.

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