Eran a las 3:15 de la tarde del primero de octubre del año pasado, cuando Aida Merlano llegó a un consultorio odontológico de un centro médico del norte de Bogotá y, en cuestión de minutos, se había creado toda una estrategia orquestada para huir de ese lugar.
La exsenadora se cambió la ropa que llevaba puesta, se amarró el cabello y se preparó para protagonizar una escena casi cinematográfica.
Usó una cinta de seguridad, la amarró a la pata de un escritorio que estaba en el consultorio, ubicado en un tercer piso. Inició el acrobático movimiento para descender por la cinta, de la que al final no logró agarrarse con fuerza. Al bajar por la cinta, la mujer se golpeó fuertemente.
Un motociclista estaba a menos de cinco metros, listo y con el casco preparado para que Aida lo pusiera en su cabeza. Adolorida por el golpe, se subió al vehículo y la moto arrancó.
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No se supo después cuál fue el destino de la que fuera una moto de domicilios ni cuánto pudo pagar por el transporte. Las redes sociales en el país se llenaban de memes, mientras que las autoridades se preguntaban, ¿dónde está Aída? ¿Cómo se voló? ¿De quién fue la culpa?
Los vecinos decían que permanentemente el carro del Inpec le daba vueltas al sector, pero “como Pedro por su casa”, la excongresista se movía por esa zona del norte de la capital.
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“¡Se voló! ¡Se voló!”, relataba una de las mujeres que había sido espectadora de la escena de fuga. Incluso, cuando cae al salir por la ventana del edificio, algunos transeúntes la intentan ayudar al sentir como propio el golpe tan fuerte. Ella los esquivó, se movió y arrancó.
Los guardias de seguridad fueron entrevistados por miembros de la Sijín: dijeron que en varias ocasiones la mujer llegaba a ese consultorio a ser atendida. El centro médico informó ese día que fue a las 11:35 de la mañana cuando llegó, pero solo hasta pasadas las 3:00 de la tarde fue que se les notificó de la huida. Casi cuatro horas preparando el escape.
La novela parece no terminar. Esta vez, después de cuatro meses de jugar a las escondidas, fue recapturada en Maracaibo, Venezuela, en un prestigioso barrio, donde estaría disfrutando de los lujos a los que estaba acostumbrada.
Las preguntas quedan en el aire: ¿Será extraditada? ¿Cuál será la forma en la que el Gobierno colombiano solicitará que regrese al país para pagar su condena y responder por nuevos delitos? ¿Tocará hablar con Nicolás Maduro?
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