El vuelo marca un punto de inflexión después de semanas de tensiones entre Chile y Venezuela, desencadenadas por declaraciones y eventos que culminaron en la expulsión de ciudadanos venezolanos.

El traslado de los venezolanos refleja un avance en el diálogo diplomático entre los gobiernos de Chile y Venezuela, traduciéndose en acciones concretas después de negociaciones.

La mayoría de los pasajeros fueron expulsados de Chile debido a delitos graves como robo con violencia, tráfico de drogas, secuestro o porte ilegal de armas, lo que destaca preocupaciones de seguridad.

Los acuerdos y colaboraciones policiales entre los gobiernos de Boric y Maduro han sido objeto de críticas, particularmente por la oposición de derecha en Chile, que se ha intensificado después de recientes eventos.

Chile ha detectado la presencia de bandas internacionales, incluida la mencionada "Tren de Aragua", lo que ha influido en las políticas migratorias y de seguridad del país.

Cada venezolano expulsado fue acompañado por un policía chileno durante el vuelo, resaltando las medidas de seguridad implementadas en el proceso.

El vuelo marca el duodécimo traslado de ciudadanos venezolanos expulsados hacia Caracas en los últimos años, reflejando una tendencia de aumento en estas medidas.

A pesar de las expulsiones, Chile sigue siendo hogar de una gran comunidad venezolana, estimada en más de medio millón de personas, lo que destaca la complejidad de la situación migratoria en el país.

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