El ambiente del restaurante romano Fiuto es sofisticado: luz tenue, música solemne, personal detallista. Pero en este local, los perros son tan bienvenidos como sus dueños.
La sección del menú para los clientes caninos presenta un amplio abanico de opciones: desde merluza con ricotta a pollo picado con puré de patatas, pasando por boles vegetarianos. Del lado de las bebidas, pueden escoger entre batido de manzana verde o de sandía.
"El menú fue estudiado con una nutricionista veterinaria con la que hemos determinado los ingredientes teniendo en cuenta sus alergias, porque los perros tienen muchas más alergias que los humanos", explica a la AFP Luca Grammatico, un adiestrador de perros convertido en jefe de cocina de este restaurante abierto hace apenas un mes.
Los comensales parecen satisfechos: sin ladrar ni gruñir, todos están concentrados en sus cuencos de diseño, cómodamente instalados en cestos de felpa. Pepe, un bichón negro y blanco de cuatro años, lame hasta el último rincón de su cuenco negro con motivos geométricos.
Y "sin especies, sin sal y sin aceites", apostilla el chef barbudo y de alegre mirada, que intenta proponer platos "con un aspecto un poco más gurmé" y una presentación cuidada como uno con forma de hueso que enseña dentro de la cocina.
Desde su apertura, el restaurante acoge cada noche una media de entre 6 y 10 perros entre semana, que sube de 10 a 15 en el fin de semana. Los precios se mueven entre 8 y 20 euros (8,72-21,80 dólares) en función de la talla del comensal.
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