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Familias de cuatro víctimas de falsos positivos despidieron a familiares tras 20 años de búsqueda

Entre ellos, una niña y un niño fueron identificados y despedidos tras reconocimiento de militares ante la JEP de fosas con desaparecidos.

Despedida de falsos positivos / Foto BLU Radio
Despedida de falsos positivos / Foto BLU Radio

En un acto público y de manera solemne fueron entregados a familiares, de forma digna, los restos de cuatro víctimas de ejecuciones extrajudiciales ocurridas en el municipio de Dabeiba, Antioquia, en una tercera jornada en la que laJEP, junto a la Fiscalía y Medicina Legal, escucharon versiones de militares que manifestaron que, en fosas comunes, había restos de decenas de personas relacionadas con llamados “falsos positivos”.

Los cuerpos que fueron entregados dignamente corresponden a Eliécer de Jesús Manco Úsuga, Nelson Goez Manco, Albeiro Úsuga Uribe y Julieth Andrea Tuberquia, entre ellos, dos menores de 13 y 14 años de edad, quienes de manera posterior, fueron llevados al cementerio Las Mercedes en el municipio antioqueño de donde eran oriundos.

“Para tratar de cicatrizar las heridas del conflicto armado”, fue la frase con la que la Jurisdicción Especial para La Paz, instaló la diligencia tras la primera intervención en diciembre pasado, desde donde a la fecha han sido 54 los hallazgos forenses en actos donde se busca “desenterrar la verdad”.

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De acuerdo con la explicación de la Fiscalía, en conjunto con el CTI, y la Unidad de Investigación y acusación de la JEP, se estableció la plena identidad de las cuatro personas tras acciones forenses especializadas.

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El magistrado de la Sección de Ausencia de la JEP, Alejandro Ramelli, explicó que, tras la identificación meses atrás de Alexander Lezcano, también víctima de desaparición forzada, este hecho implica un reconocimiento social más allá de la entrega de los cuerpos a los familiares, sino un compromiso de paz y justicia.

“Procuramos devolver la dignidad a ustedes y a las víctimas de desaparición forzada de nuestro país. Confiamos en poder estar sembrando semillas importantes para la paz interior y la paz en Colombia. Semillas que, con su sabiduría y cuidado, germinarán para que cosechen una mejor vida. Por más de dos décadas los han buscado, sin que se desvanezca el dolor de la ausencia, esperamos que todos puedan descansar con al menos un poco de alivio, una renovada tranquilidad, y una fresca compañía”, dijo.

Eliécer y Julieth, apenas contaban con 14 y 16 años cuando les fueron arrebatadas sus vidas y sus sueños, les despojaron del afecto y las memorias construidas por estos niños, pero también les robaron sus proyectos de vida. Encontrarlos nos recuerda el horror indiscriminado de nuestra guerra, la demencia con la cual se buscó aniquilar el futuro mismo de Dabeiba”, relató Ramelli.

Ambos menores estudiaban en la escuela de Llanogrande, Chimiadó, zona rural de Dabeiba y ayudaban en el campo a sus familias. En el lugar donde fueron despedidos, una ceremonia religiosa permitió la despedida final tanto de los dos menores como los dos adultos, para resarcir, al menos, parte del daño con un adiós de tantas víctimas que dejó la guerra en Colombia, y que, hoy, busca ser aclarada en el marco de los macrocasos 3 y 4 de la Jurisdicción Especial para La Paz, sobre ejecuciones extrajudiciales y el caso que prioriza la situación del Urabá.

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