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Santos llega al Putumayo, una zona marcada por la sevicia del conflicto

El 7 de noviembre de 1999 era un día lindo, cuando ocurrió la matanza, recuerda Claudia María Ordóñez Torres, quien vive hace 25 años en El Placer corregimiento de La Hormiga, Putumayo. Ella corrió embarazada selva adentro cuando escuchó las ráfagas de fusil: “volaban balas por arriba y por abajo, esa angustia duró nueve horas”.

Justamente a esa zona de la que huyó la señora Ordóñez y que lleva 40 años afectado por el accionar de los grupos ilegales llegará este sábado el presidente de la República, Juan Manuel Santos, para entregar recursos por cerca de 2.000 millones de pesos para proyectos productivos y subsidios de vivienda.

 

Ese lugar es conocido como el Valle del Guamuez, allí se han desatado cruentos ataques entre paramilitares y guerrilleros que han dejado más de 150 mil desplazados por la violencia, centenares de víctimas mortales y desaparecidos, según el director de la Unidad de Restitución de Tierras de Putumayo, David Narváez.

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Son desplazados de Orito, del Valle del Guamuez y de San Miguel que han tenido que marchar hacia Mocoa capital de Putumayo en donde encuentran mejores oportunidades para sobrevivir.

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Fíjese que los habitantes en Mocoa son 25 mil y las personas que han llegado allí por causas del conflicto son más de esa cifra sin contar los que no están registrados, además de las 150 mil que tiene el departamento”, explica Narváez.

 

Para llegar al Valle del Guamuez desde Bogotá, se requiere de una hora de vuelo hasta Puerto Asís y luego en helicóptero en 15 minutos. Allí el río se observa caudaloso ese mismo donde han flotado muertos por décadas, victimas en su mayoría del bloque sur putumayo de las Autodefensas y del Frente 48 de las Farc.

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En este mismo valle está ubicado quizás el pueblo más golpeado por la violencia: El Placer. En ese lugar el siete de noviembre de 1999, cuando un grupo de Autodefensas acribilló 11 campesinos al azar cuando hacían mercado, y hasta el año 2006 la violencia y la tortura se fueron convirtiendo en una costumbre.

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Todo aquel que fuera sospechoso de los “paramilitares paranoicos”, dicen líderes consultados por Blu Radio, eran asesinados por ser subversivos luego de prolongadas torturas: “Aquí los paras nos violaron las mujeres. Ellas no hablan. A ninguna de ellas les gusta hablar sobre esos hechos que tanto dolor les causaron”.

 

Con una herida en la cabeza, Doris Chávez cuenta que el 7 de noviembre vio morir a todos sus clientes en El Placer, dice que es una pesadilla que ocurrió hace 17 años y que es muy difícil de olvidar.

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“Mataron ahí cerca de las cortinas de la tienda cinco clientes, fue un momento horrible. Los paramilitares decían que todos éramos guerrilleros y el que iba hablando lo iban matando. Yo me escondí debajo de la cama”, recuerda con dolor la señora Chávez, quien agrega que los pobladores del lugar valían menos que un perro para sus verdugos.

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María Margarita Caicedo, una adulta mayor recuerda que envió a su hijo a un mandado y desde entonces no lo volvió a ver en ese martirizado en ese territorio boscoso y de casas de cinc.

 

“Él estaba de 23 años, era un hijo bueno y no le debía nada a nadie” dice la señora Caicedo que, sin embargo, reconoce que ha perdido la esperanza de volver a ver a su ser querido con vida.

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Como las historias anteriores hay centenares en esta remota zona del país. Los habitantes de El Placer han decido crear un museo en dos casas abandonadas, probablemente por personas desplazadas que deambulan por las grandes ciudades.

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María Stella Guerrero es quien cuida del pequeño museo histórico de las víctimas del Placer y allí enumera una a una las víctimas que a su paso dejaron los actores armados, en ese lugar la tortura se volvió una costumbre.

 

“A este líder lo mató el Ejército; a este señor las Farc; a esta señora la asesinó las Autodefensas; a este líder comunal lo asesinaron guerrilleros, los paramilitares y a quien no dejaron enterrar de día, tocó de noche”, cuenta María Stella Guerrero, mientras va señalando las fotografías de las víctimas.

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La crueldad y la sevicia también se apoderó de El Tigre un corregimiento muy cercano a La Hormiga allí los paramilitares asesinaron a 28 personas y desaparecieron a 12 más.

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Florencio Escarpeta en medio de estos hechos perdió siete miembros de su familia: “A mí me mataron a una hija y un hijo mío y cinco primos (…) los recuerdo con mucho amor y cariño, muy difícil de olvidar, yo los críe”

 

Los grupos guerrilleros no se quedaron atras, también con salvajismo dinamitaron oleoductos contaminando los ríos y quebradas del Guamuez llegando al punto de contaminar parte del pacífico colombiano.

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Todas estas víctimas esperan que el presidente Santos con su llegada este sábado a La Hormiga, además de entregarles subsidios de vivienda y recursos para proyectos productivos se comprometa a exigirle a los grupos irregulares justicia, verdad y reparación.

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