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“¡Ay de quien haga daño a uno de mis pequeños!”, la advertencia de Jesús que debemos cumplir

Tenemos que trabajar como sociedad para que el hogar, la escuela, la iglesia, sean lugares seguros para los más pequeños. Hay que tomar conciencia de lo mal que estamos en esta situación.

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Alberto Linero
Foto: Alberto Linero

Este domingo se conocieron dos noticias sobre un tema álgido que exige medidas de transformación cultural y judicial. Teniendo claro que se deben complementar las dos con la misma intensidad y firmeza. Me refiero, por un lado, a la noticia de la demanda de abuso sexual que se hizo en un tribunal de Nueva York contra Bob Dylan, el escritor de canciones folk, ganador del Premio Nobel de Literatura en 2016.

La mujer acusa al compositor de haber abusado sexualmente de ella hace casi 56 años, cuando tenía 12. Son esas noticias que nos escandalizan, que deben ser probadas, pero que a la vez nos hacen pensar de nuevo en la manera en la que algunos adultos se relacionan con menores.

Por otro lado, la segunda noticia, fue el dato entregado por el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, en el que se dice que más de 6.900 niños han sido abusados en Colombia durante el 2021.

La cifra es una muestra contundente de la insania mental de nuestra sociedad. Por eso estoy muy de acuerdo con el llamado de Lina Arbeláez, directora de este organismo, quien nos invita a “repensarnos como sociedad” y a velar por la protección de los derechos de los menores de edad en todas sus dimensiones.

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Es claro que hay que aplicar la ley con firmeza y contundencia, teniendo presente la llamada Ley Gilma Jiménez, de cadena perpetua para violadores de niños y niñas.

Creo que es necesario generar estrategias de educación integral, y en especial, de educación emocional, que provoquen procesos de desarrollo personal, marcados por valores de crecimiento y sana convivencia.

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Además, debemos entender que como sociedad tenemos que cuidar a los niños y niñas, esto implica respetarlos, estar atentos a su formación, escucharlos y tener presente el momento evolutivo que viven; subrayo en ponerle atención a sus expresiones, a lo que nos dicen, y tener claro que lo normal es que un menor no mienta; y no olvidar que muchos de los depredadores, son las personas más cercanas a ellos.

Tenemos que trabajar como sociedad para que el hogar, la escuela, la iglesia, sean lugares seguros para los más pequeños. Hay que tomar conciencia de lo mal que estamos en esta situación y tomar también decisiones individuales, familiares y sociales para lograr que ellos estén seguros. Tengo clara la afirmación de Jesús de Nazaret: “¡Ay de quien haga daño a uno de mis pequeños!”

Escuche a Alberto Linero en Mañanas BLU:

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