Corruptos no respetan la pandemia y siguen metiéndole mano a su bolsillo: opinión de Ricardo Ospina

Hablamos ahora de la otra pandemia, la de la corrupción en Colombia en tiempos de coronavirus.

En las últimas horas fue capturado el alcalde del municipio de La Palma, Cundinamarca, John Jairo Pulido, quien habría cometido irregularidades en la firma de un convenio para la compra de mercados destinados para la población vulnerable durante la cuarentena.

Según los investigadores de la Fiscalía, hubo irregularidades en la selección de la firma que ejecutó el convenio, que tuvo un valor de 48 millones de pesos y también se habrían presentado sobrecostos en la compra de los productos para entregarles a los menos favorecidos.

Este caso es ejemplo del trabajo conjunto de la Fiscalía con la Contraloría, que había puesto la lupa en los sobrecostos de algunos productos adquiridos por medio de ese convenio, superior al 360 por ciento.

Hace algunas semanas también había sido detenido el alcalde de Guaduas, Cundinamarca, Germán Herrera, por presuntas irregularidades en compra de mercados para los menos favorecidos en tiempos de coronavirus, por más de 560 millones de pesos.

Estos son solo dos ejemplos de todas las investigaciones que vienen adelantando de manera conjunta la Fiscalía, la Procuraduría y la Contraloría.

Desde el punto de vista penal, han sido citados a audiencia de imputación de cargos por posible corrupción en la pandemia un gobernador, cuatro alcaldes y otros 17 funcionarios regionales y locales.

No se trata solamente una realidad colombiana, la corrupción en tiempos de coronavirus también se ha presentado en Brasil, Bolivia, Ecuador, Guatemala, México, Perú, entre otros países.

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Ante esta realidad, en nombre de quienes hoy dejan de recibir ayudas porque el dinero se va por las alcantarillas de la corrupción, la justicia tiene una oportunidad de oro para castigar con severidad a quienes ni siquiera respetan la pandemia y siguen metiendo la mano en los bolsillos de los colombianos.

Escuche la opinión y el análisis de Ricardo Ospina: