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El mejor regalo de Navidad es cuidarnos y cuidar a los que amamos

Dejemos de creer que somos inmunes y que el virus solo les da a los demás. No esperemos a que nos toque vivir una experiencia tan dura para tomar por fin la conciencia.

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Han sido muchas las críticas que ha recibido el vídeo de un anuncio navideño del servicio nacional de salud del Reino Unido, en el que se muestra a Papá Noel gravemente enfermo conCOVID-19, conectado a un respirador.

El fin de la campaña es generar conciencia sobre la necesidad de cuidarnos del virus. Muchos han criticado la crudeza de este, y han dicho que esas no son las formas de comunicar un mensaje como lo es el de la importancia del cuidado.

Estoy de acuerdo con ese anuncio y con todos los que dejen claro los peligrosos riesgos que corremos si no nos cuidamos.

No se trata de crear pánico, pero sí de hacernos conscientes del peligro que el COVID-19 representa.

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También, quisiera insistir en esta cultura del cuidado con el mensaje que nos dejó el padre de la niña que se encontraba desaparecida desde el 15 de diciembre y que fue encontrada en un CAI de la policía al día siguiente en Bogotá: “Cuiden a sus hijos de las redes sociales”. Y es que cuidar de los que amamos y de nosotros mismos, es un reto que se nos impone en la cotidianidad, tanto por la situación de la pandemia, como por todos los peligros a los que nos enfrentamos en diferentes espacios del mundo físico y digital.

Pensando en todo esto, quisiera insistir por lo menos en tres cosas. Primero, es necesario que hablemos claro, no podemos pasarnos la vida maquillando las situaciones y las palabras para que parezcan menos feas de lo que realmente son. La realidad duele, más cuando toca una parte importante de nuestra vida, y si no somos capaces de enfrentarla tal cual es, podemos salir muy afectados.

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Segundo, tenemos que ser capaces de hacernos responsables de nuestro cuidado, sin darle a los otros la responsabilidad por las decisiones que tomamos. Nos hemos acostumbrados a acusar a lo demás de nuestras propias equivocaciones.

Y tercero, entendamos que no somos esclavos de las costumbres, que podemos asumir nuevas prácticas y rutinas cotidianas en las que seamos más responsables con todos los peligros que vivimos.

Dejemos de creer que somos inmunes y que el virus solo les da a los demás. No esperemos a que nos toque vivir una experiencia tan dura para tomar por fin la conciencia. Cuidémonos y cuidemos a los que amamos, ese puede ser el mejor regalo que demos en este tiempo. ¡Pilas!

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