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El síndrome de la cabaña, la secuela de la pandemia que puede amenazar la reactivación

Que quede claro: siempre hay riesgos, necesitamos vivir cuidándonos conscientemente. Valiente es quien hace lo correcto, a pesar del miedo que siente.

Alberto Linero
Alberto Linero
Foto: cortesía

Me preparo para compartir una conferencia de motivación a una empresa, en la que después de un año en el que la mayoría ha trabajado desde la casa, se tomó la decisión de que todos vuelvan a hacerlo desde la sede habitual, y me encuentro con que hay dos dinámicas que muestran lo complejo de las acciones humanas: los que han estado trabajando en la sede -que son pocos-, se sienten ansiosos por el regreso de sus compañeros, porque están acostumbrados a mayor espacio físico, mayor comodidades en algunas actividades que seguro se verán afectadas por el regreso de los demás.

Sin embargo, a la vez, los que tienen que volver, están experimentado el mal llamado síndrome de la cabaña, y digo mal llamado porque no es realmente un trastorno psicológico, sino esa sensación de miedo por salir a la calle; miedo a contactar con otras personas fuera de las paredes de la casa en la que han estado realizando sus actividades en el último tiempo; temor a realizar actividades que antes eran cotidianas, como ir a trabajar a la sede de la empresa, coger medios de transporte público o relacionarse con otras personas conocidas.

Esa es la vida. Nos cuesta salir de la rutina en la que estamos instalados. Nos dan miedo los cambios, pero tenemos que entender que la vida es dinámica y que lo más normal son los cambios que nos imponen nuevas rutinas en todas las dimensiones de la existencia; que tenemos que ser capaces de adaptarnos a ellos, y para eso es necesario asumir que siempre hay riesgos. Nada es absolutamente seguro, por lo que tenemos que cuidarnos con la mayor atención posible, actuando con inteligencia y prudencia, sin dejarnos paralizar por nuestros temores.

En el caso de volver al trabajo presencial, además de la vacuna, debemos continuar con las normas de bioseguridad que se nos han propuesto individualmente y seguir los protocolos de las empresas.

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Hay que decir que lo más seguro es que se imponga el modelo híbrido, es decir, que algunos trabajen desde casa y otros presencialmente; de hecho, Bloomberg Línea dice que la mayoría de las empresas consultadas por ellos, apuestan por implementar un modelo híbrido en su operación, esto es, del 79.17%, sólo el 8.3% vuelven al trabajo presencial y el 12.50% no lo ha definido. De todas formas, que quede claro: siempre hay riesgos, necesitamos vivir cuidándonos conscientemente. Valiente es quien hace lo correcto, a pesar del miedo que siente.

Escuche la reflexión de Alberto Linero en Mañanas BLU:

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