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No me gusta la celebración del Día de los Inocentes, la malicia no es una virtud: Alberto Linero

Disfruto riéndome de todo y me emociona siempre tener la mejor actitud ante la vida, pero esta tradición en particular no es de mi agrado.

Alberto Linero / Foto: Instagram @PLinero
Alberto Linero / Foto: Instagram @PLinero

“Pásala por inocente”, así se terminan muchas de las bromas, las noticias falsas y las burlas que se hacen hoy para celebrar el día de los santos inocentes. Es una tradición que resulta de la fusión de dos experiencias, una religiosa y otra cultural.

La religiosa se basa en el relato de la masacre de los niños menores de dos años que manda a ejecutar Herodes luego de la visita de los sabios de oriente para tratar de deshacerse del rey de los judíos que ha nacido de Belén. Relato que desde la perspectiva teológica de Mateo tiene la función de mostrar que en Jesús se cumplen todas las profecías mesiánicas, en este caso la de Jeremías 31,15 que dice: “Un clamor se ha oído en Ramá, llanto y lamento grande; es Raquel que llora a sus hijos, y no se quiere consolar, pues ya no existen”.

La función teológica del relato es dejar claro que Jesús es el Mesías anunciado en el Antiguo Testamento.

La cultural se refiere a la tradición pagana conocida como la 'Fiesta de los locos', celebrada entre Navidad y Año Nuevo, una tradición en la que se nombraba a un 'Rey de los inocentes', quien realizaba bromas a todos los demás. Se dice que desde la Edad Media está dos tradiciones se juntaron para generar un espacio para disfrutar la alegría que genera la fe en el nacimiento de Jesús.

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Disfruto riéndome de todo y me emociona siempre tener la mejor actitud ante la vida, pero esta tradición en particular no es de mi agrado. Y no me gusta porque creo que en nuestras sociedades cargadas de mentiras, del aprovechamiento del inocente, del ensalzar la malicia como una virtud, lo que debiéramos es resaltar la confianza, la honestidad y la creencia que el otro no me dañará de modo deliberado.

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La inocencia se entiende como el estado de no culpa, como la actitud de pureza ante el otro; y creo, que más que burlarnos de ella deberíamos poner todo nuestro esfuerzo en destacarla como un valor necesario, buscando ser una sociedad que permita espacios para que todos nos relacionemos desde relaciones honestas y constructivas.

Ser vivo, malicioso, tramposo no es una virtud. Tenemos que ser críticos y contrastar las realidad siempre con inteligencia pero desde a bondad, la honestidad y la verdad.

Escuche la reflexión y la opinión de Alberto Linero en Mañanas BLU:

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