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Poner en bandeja de plata y otras expresiones raras que no sabemos su origen

Muchas veces decimos frases y palabras sin saber de dónde vienen. Hablamos por hablar

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Alberto Linero
Cortesía.

Alguna vez se han preguntado: ¿por qué al sonido que nos despierta cada mañana, procedente de un reloj o de un teléfono celular, le decimos alarma? Pues bien, yo quedé muy sorprendido al enterarme que esta palabra es proveniente del vocablo italiano “allarme” que a su vez es la contracción de “all’arme” que es un grito que se escuchaba en los cuarteles o en los campamentos militares y significa “¡A las armas!”. Esta voz de alerta se corría con el fin de dar aviso durante un ataque enemigo.

Esta curiosidad y muchísimas otras, son las que Alfred López, uno de los blogueros españoles con más éxito, presenta en su nuevo libro “El listo que todo lo sabe ataca de nuevo. Palabras y palabros”, un texto que permite realizar un viaje que alimenta la curiosidad y expande nuestra manera de entender el idioma español con 700 palabras y expresiones curiosas que probablemente muchos hemos oído y repetimos diariamente, pero de las que no tenemos ni la más remota idea sobre su origen.

A mí me emociona el ejercicio que presenta este libro, porque creo firmemente que es necesario que aprendamos a tener claro lo que decimos cuando decimos algo, esto es, que seamos conscientes del poder que tiene cada palabra, y aún más de todo el trasfondo histórico que se esconde detrás de ellas.

Para quienes nos gusta hablar y escribir, seguramente este libro sea una experiencia para abrir mucho más el vocabulario y para conocer de dónde vienen las palabras que usamos. Estoy seguro que muchas veces corremos el riesgo de hablar por hablar, sin tener muy claro lo que estamos diciendo y de esta manera terminamos envueltos en problemas.

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Por eso, creo que esta es una buena oportunidad para que seamos capaces de aprender a comunicar asertivamente, es decir, a que cuidemos muy bien las palabras que usamos, porque ellas tienen el poder de construir realidades y animar a las personas, pero también una sola puede bastar para dañar a los demás. Aprovechemos la riqueza de nuestro idioma, porque sin duda él es pieza fundamental de nuestra identidad. Gran parte de lo que somos está conformado por los relatos que hacemos de la realidad y esos relatos están contados con palabras.

Hoy yo me siento invitado y también los invito de paso a conocer más el mundo de las palabras y sobre todo a usarlas como una excusa para sanar a los demás.

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