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Tristemente, la trampa se ha vuelto casi una virtud: opinión de Alberto Linero

Algunos hasta alaban a los tramposos y miran con lástima a los que se aferran a sus principios. El caso del futbolista Luis Suárez es una oportunidad para recordar las palabras del hijo de María.

373352_Padre Alberto Linero // Foto: cortesía
Padre Alberto Linero // Foto: cortesía

El mundo deportivo nos sorprendió con la noticia que la Fiscalía de Perugia, en Italia, investiga si el goleador uruguayo, Luis Suárez, hizo trampa en las pruebas de dominio del idioma italiano.

Para obtener la nacionalidad de este país, Suarez necesitaba el certificado B1 de dominio de esa lengua, posibilitándolo así para jugar en el Calcio Italiano. Según las investigaciones, los temas del examen habrían sido pactados previamente con el candidato e incluso la puntuación se decidió previo a la realización de la prueba.

Los deportistas de primer nivel, como el futbolista uruguayo, son referentes sociales y sus actuaciones son síntomas de las dinámicas sociales.

Hacer trampa se ha vuelto casi una virtud. Es más, algunos hasta alaban a los tramposos y miran con lástima a los que se aferran a sus principios. Creo que esta noticia es una oportunidad para que cuestionemos qué valores son los que impulsan nuestra vida.

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Muchos dicen que son buenos, pero en los pequeños detalles se comportan de manera ilegal y corrupta. Muchos viven una dicotomía extraña cuando se trata de evaluar las acciones de los otros y las suyas. En las primeras son absolutamente duros, justicieros e implacables, pero en las suyas tienden a encontrar excusas que les hagan sentir tranquilos y serenos.

Nada justifica la trampa, eso lo tenemos que vivir claramente en todas las dimensiones de la vida. No es verdad que la corrupción es igual. No es cierto que da lo mismo robarse la comida de los niños en el programa del PAE, que colarse en una fila. Es obvio que la proporción es distinta, pero tengan claro que ambas están mal y que merecen un castigo proporcional.

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Los adultos necesitamos dar ejemplo a los jóvenes y niños con nuestro comportamiento ético, no basta con los buenos discursos que hacemos, sino que se deben notar en todas nuestras actuaciones, que nos mueven valores bien fundados.

Hay que tener cuidado con las trampas éticas, tales como: “todo el mundo lo hace”, “nadie se va a enterar”, “estoy recibiendo órdenes”, “no sabía que era malo”; etc., ya que siempre somos responsables de nuestras acciones y tenemos que dar cuenta de ellas.

No olvidemos lo que dijo el hijo de María: “El que es fiel en lo muy poco, es fiel también en lo mucho; y el que es injusto en lo muy poco, también es injusto en lo mucho”.

Escuche la reflexión de Alberto Linero en Mañanas BLU:

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