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Violencia y consumo de licor: es mejor estar sobrios, así vivimos más seguros y felices

Por mi experiencia, estoy convencido que podemos recrearnos y celebrar sin el excesivo consumo de licor.

Alberto Linero :: Foto: cortesía.jpeg

Este lunes me llamaron la atención dos noticias, por un lado, la revelación que en el informe resultante de la Global Drug Survey, Colombia tiene el porcentaje más bajo en el consumo de alcohol en su población; y por otro, el documento del Instituto de Medicina Legal, en el que se dan a conocer las cifras oficiales de muertes violentas durante el 2020.

A pesar de que el año estuvo marcado por la pandemia del coronavirus, en total se registraron 21.602 decesos violentos y el 51% corresponden a homicidios.

Pese a los confinamientos y estrictas medidas decretadas por los gobiernos locales, donde algunos ordenaron toques de queda, especialmente los fines de semana, llama la atención que los sábados con 1718 muertes, y los domingos con 2.193 asesinatos, fueron los días más violentos de la semana.

Por lo atípico de la situación, no quiero hacer una comparación con el 2019, pero sí me causa curiosidad que los fines de semana, con toda seguridad, son los días de mayor consumo de licor y participación en fiestas o espacios de diversión, y estos acaban siendo en los que se presentan diferentes tipos de violencia que comprometen la armonía, y por ende la seguridad de los ciudadanos.

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Según Ana María Peñuela, coordinadora del Grupo de Convivencia Social y Ciudadana del Ministerio de Salud y Protección Social del mismo, el alcohol aumenta el riesgo, la frecuencia y la gravedad de la victimización y todo tipo de actos de violencia interpersonal, como la violencia de pareja, la violencia sexual, el maltrato a las personas mayores y la violencia contra los niños, las niñas, los jóvenes, los adolescentes y las mujeres”.

Si bien, la violencia en nuestro país es multicausal, se me generan algunas reflexiones al respecto de estas dos noticias en las que confluyen la violencia y el consumo de bebidas embriagantes.

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Primero, de nada nos sirve ser los que menos tomamos en el mundo (asumiendo que se respondió de manera honesta la encuesta), si nuestros estados de embriaguez terminan con muertos.

Segundo, necesitamos aprender a resolver conflictos de manera pacífica, lo cual se dificulta por el exceso de alcohol; y tercero, requerimos una cultura que entienda que no es necesario embriagarse para disfrutar y gozar en compañía de los que amamos.

Por mi experiencia, estoy convencido que podemos recrearnos y celebrar sin el excesivo consumo de licor, sobrios estamos más seguros y más felices.

Escuche la opinión y el análisis de Alberto Linero en Mañanas BLU:

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