En el coliseo de Necoclí, Urabá antioqueño, 296 migrantes de diferentes países, entre quienes hay 75 son menores de edad y 9 mujeres en embarazo, completan 6 meses albergados pues, por el cierre de fronteras, no lograron pasar a Panamá y seguir su camino hacia Estados Unidos.
La situación se complicó cuando las autoridades de salud detectaron 68 casos positivos de COVID-19 entre esa población y ordenaron una cuarentena estricta.
Sin embargo, Jorge Tobón Castro, alcalde de Necoclí, señaló que ese control se ha complicado porque la mayoría de estas personas no habla español y no hay un traductor para apoyar a la Policía o a los médicos y, con eso, muchos migrantes siguen saliendo del albergue.
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“Es incontrolable el tema del idioma porque son muy diferentes idiomas y muchas de estas personas no hablan español. No nos entienden ni nosotros no los entendemos a ellos. Toda la atención en saludo ha sido complicada porque tienen una cultura diferente a la nuestra y sabemos que todo esto es complicado también para ellos, estar fuera lejos de sus países y con la incertidumbre en la fecha de reapertura", agregó Tobón.
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El alcalde aseguró que sí han recibido ayuda de la Gobernación o Acnur, pero piden que no los dejen solos, pues el sostenimiento de los migrantes implica recursos mensuales por 250 millones de pesos.
Además, hay preocupación por el resto de la población, pues allí han fallecido 18 residentes por el virus.