Colocar un trapo rojo en las ventanas de sus casas continua siendo una buena estrategia de las familias en condición de vulnerabilidad para llamar la atención de autoridades y empresas.
Orlando Calderón es comerciante y vive en el barrio Santa María de Barranquilla en compañía de sus padres de edad avanzada, un hermano y dos sobrinos.
Él es uno de los tantos ciudadanos afectados por las medidas de restricción por el COVID-19. Antes de toda esta crisis vivía del día a día, se ganaba unos pesos vendiendo ropa.
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Actualmente, el hambre ha tocado su puerta, así que junto a sus vecinos colgaron un trapo rojo en las ventanas para llamar la atención de autoridades y empresas que puedan ayudarles.
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“Nos llenamos de esperanza de sentimiento patrio”, dijo Orlando.
Este símbolo de unión y esperanza ha comenzado a dar sus frutos porque fundaciones privadas se han acercado a entregar mercados para cerca de 500 familias del sector, ellos piden que éstas no cesen.
“Parece que se va a extender esta situación, necesitamos más ayudas de todo el que pueda", indicó Calderón.
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