los trabajos de restauración han permitido conservar estas joyas de la arquitectura cubana.
En Cuba se desarrolló primero el "estilo colonial" en las viviendas con vitrales policromados en forma de abanico y molduras de madera que filtraban la luz solar y que ahora son vistos como un símbolo de La Habana Vieja, fundada en el siglo XVI.
Después, al inicio del siglo XX, los estilos procedentes de Europa comenzaron a mezclarse entre las grandes mansiones de las familias adineradas de la capital, ofreciendo una increíble variedad de vitrales, inicialmente importados de España y Francia, y luego de factura local.
En Vedado, surgido en esos años como un barrio de lujo y donde se ubican las casas más bellas de La Habana la mayoría ahora propiedad del Estado y en distintos estados de conservación, "las construcciones y las fortunas se desarrollaron al mismo tiempo", detalla Vázquez.
Esta experta ha identificado unos 500 vitrales históricos en la zona, donde residían las familias adineradas vinculadas a industrias como la azucarera.
El jardín de invierno de una mansión burguesa, transformada hoy en museo, exhibe un impresionante vitral con motivos florales que combina la opalina y la técnica de grisalla, un tipo de pintura utilizada específicamente para las vidrieras.
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