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Lina, una de 18.000 víctimas de violencia sexual en conflicto que no ha sido reparadas

Lina Mercedes Caro le ha pedido perdón a los hombres porque a más de uno le hizo daño. Dice que tal vez no era consciente y actuó así porque estaba "dañada y herida" por los muchos abusos sexuales que padeció en medio del conflicto armado en María la Baja, Bolívar, su tierra natal.

284821_BLU Radio, Lina, víctimas de violencia sexual en conflicto / foto Blu Radio
BLU Radio, Lina, víctimas de violencia sexual en conflicto / foto Blu Radio

Sube la mirada al techo, entrelaza sus dedos y suelta en llanto: "sentía asco por todos los hombres". 
 
El conflicto le ha generado varios hechos victimizantes como el desplazamiento forzado y las amenazas por parte de grupos paramilitares. 
 
Lina hace parte de las 18.544 mujeres que sufrieron delitos contra la libertad y la integridad sexual en el marco del conflicto de acuerdo al registro de la Unidad para las Víctimas. 
 
- Nos reclutaban a dedo
 
A María la Baja llegaban los paramilitares. Dos o tres días a la semana miraban las caras y los cuerpos de las mujeres y a dedo las escogían.
 "Yo tenía buen cuerpo en ese entonces, nos reclutaban para eso", dice.
 
Las llevaban a los sectores de Correa, Ñanguma y Libertad. En este último lugar, Lina recuerda que había muchas mujeres de esa zona que fueron abusadas sexualmente. 
 
Los vejámenes de los paramilitares le trajeron problemas con su pareja porque no entendía lo que le estaba pasando. Lina no estaba preparada psicológicamente para contarle a su esposo con el cual no siguió viviendo y de quien no habla mucho. 
 
- Las consecuencias de las violaciones sexuales 
 
Lina, una afro acuerpada y gigante, cuenta que el número indeterminado de los paramilitares le generaron consecuencias graves a su salud: "Me trajo problemas ginecológicos por los cual perdí la matriz". 
 
A ella, los médicos le dieron 8 meses de vida porque tiene un cáncer papilar, según ella, le está llegando a la cabeza.  "El sábado me perdí", llora.
 
- El encuentro con sus victimarios 
 
Lina tiene tres hijos y ocho nietos. Dice que se preparó durante muchos años para perdonar a quienes les hicieron daño y los visitó en la cárcel de El Espinal porque ella piensa en el día de su partida estar en paz consigo misma. 
 
A mí no me vinieron a pedir perdón yo fui a perdonar. Allí me encontré con personas las cuales me hicieron daño”, manifiesta.
 
Dice que primero hay que aprender a escuchar antes de juzgar y fue lo que hizo sacar la conclusión que a veces las personas están al otro lado de nosotros también son la consecuencia de falta de oportunidades. 
 
“En el campo no hay nada y lo que se logra sembrar no se puede sacar porque no hay carreteras. Entonces llegan vivos que ofrecen tantas cosas frente a la falta de alternativas. Unos decimos no y otras personas no ven otra alternativa a la que le ofrecen en el momento y se dejan reclutar por los grupos armados”, sostiene. 
 
- Tres veces desplazada
 
En el 2008, los paramilitares, cuando ella trabaja en una tienda de apuestas de Enilse López, conocida como "La Gata", tuvo un segundo hecho victimizante: “Por ahí se vino todo mi proceso de desplazamiento, se me presionó para que vendiera estupefacientes y yo no quise, entonces se me forzó a dejar el pueblo”.
 
En el año 2012, se fue a Sincelejo, Sucre, buscando su independencia, trabajar y salir adelante, pero allá, dice, fue peor. Cuando vendía tintos en el mercado principal de Sincelejo se tropezó con la banda criminal de Los Rastrojos que la presionó para que vendiera estupefacientes. 
 
Yo puse la denuncia capturaron 23 y eso casi me cuesta la vida”, cuenta.
 
A Lina la tuvieron que sacar de allí y, otra vez, a empezar de nuevo. Con una mano adelante y otra atrás llegó al municipio de Soacha, Cundinamarca, el mayor receptor de desplazados del país. 
 
- No hemos necesitado mendigarle al Estado para salir adelante 
 
Piensa por un momento, se levanta de su silla y levanta ambas manos a la altura de su pecho y las va abriendo lentamente, mientras señala a sus compañeras víctimas de desplazamiento forzado: “nosotras y ellos los victimarios somos el resultado del manejo que el propio Estado nos da, el de la desigualdad”.
 
Dice que ella y sus amigas no han necesitado mendigarle al Estado para salir adelante y que en el acuerdo pactado en La Habana realmente no tuvo en cuenta a las víctimas al asegurar que en Colombia se firmó la paz con una organización, más no con los hombres de la organización. 
 
“Las verdaderas víctimas que fuimos arrancadas de nuestros territorios, no nos tuvieron en cuenta y en la ciudad si hemos sufrido señalamientos y discriminación, aun así, hemos salido adelante".
 
- Soy como una mariposa que vuela fuerte
 
Lina dice que ha sufrido el proceso de la uruga para convertirse en una mariposa. 
 
“La mariposa vuela, pero también tiene momentos frágiles y yo creo que voy hacer más fuerte”, asegura.
 
Junto a sus amigas de tragedia creó un grupo denominado el G8, que paradójicamente lleva el mismo nombre de los países con las economías más industrializadas del planeta, allí no tiene un cargo estructurado por su condición de salud porque requiere de responsabilidad, tiempo y muchas cosas más. 
 
El G8 significa 8 mil razones para seguir luchando, para construir la paz, para seguir viviendo, para soñar, para no quedarnos en el pasado”, dice Lina, quien reconoce que ante tanta adversidad Dios la tiene para grandes cosas entre ellas rescatar a las mujeres que están con ella y conoció en su barrio a otras recibiendo talleres. 
 
La mujer da un golpecito de optimismo en la mesa y dice que junto a sus amigas se van como pre-cooperativa con carácter social para mejorar la calidad de vida y apuntarles a las confecciones. 
 
“Nos falta formación y estamos tocando puertas precisamente para ello”, indica.
 
Dice que cuentan con el respaldo de Instituciones como los Padres Jesuitas, la Universidad de Cundinamarca y Fundación Social y que la idea es llevar la empresa que cada una tiene en su casa a un solo lugar para separar un poco el trabajo del hogar y así estar más unidas. 
 
Queremos confeccionar juntas y estamos en ese proceso para compartir ideas y conocimiento, para elaborar prendas, darnos a conocer en fundaciones en Bogotá y Cundinamarca. Llegar a organizaciones pública y privadas que vayan conociendo quienes son las G8”, explica con una sonrisa confidente entre ellas.
 

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