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“Tenemos esperanza”: el llanto de una madre venezolana que espera la ayuda humanitaria

Sus hijos sobreviven con lo que encuentran y con lo que ella, con mucho esfuerzo, puede mandarles.

326787_“Tenemos esperanza”: el llanto de una madre venezolana que espera la ayuda humanitaria - Foto: BLU Radio
“Tenemos esperanza”: el llanto de una madre venezolana que espera la ayuda humanitaria - Foto: BLU Radio

BLU Radio llegó hasta el puente Tienditas y pudo constatar cómo muchos venezolanos esperan con ansias, con esperanza, con fe y con mucha ilusión la llegada de ayuda humanitaria proveniente de Estados Unidos.

 

Así vive María Isabel Jovito, una venezolana que huyó de su país dejando a tres de sus cuatro hijos atrás con la esperanza de encontrar una oportunidad y la fe de que algo de la ayuda humanitaria estadounidense le llegue a su familia.

 

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“Lo dejé todo allá y no hemos podido mandarles nada a mis hijos. Estamos esperanzados en esa ayuda humanitaria”, dijo, entre lágrimas, la valiente mujer a BLU Radio.

 

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Y no es para menos su tristeza. De una orden de Maduro y una acción de la Guardia Nacional de Venezuela depende que sus hijos puedan tener un poco de comida y algo de medicinas por si se enferman. Aunque en el vecino país esto ya no es un derecho, sino un privilegio de pocos.

 

“Dicen que el expresidente Maduro no va a permitir la entrada de las ayudas, pues nos preocupa porque nosotros dejamos nuestras familias allá. Yo dejé tres hijos y a mi mamá. Esto lo pone a uno mal”, dijo.

 

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En Venezuela no queda mucho, salvo la esperanza que Guaidó representa para los que, como María Isabel, lo han perdido todo.

 

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Sus hijos sobreviven con lo que encuentran y con lo que ella, con mucho esfuerzo, puede mandarles.

 

“Ellos me dicen que les mande para la comida y para los estudios, pero no he podido. Dios no nos va a desamparar y esperamos que este señor Maduro sea tocado de corazón”, sentenció la desesperada mujer.

 

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Ella se va del puente Tienditas sin que nadie le confirme que la ayuda va a cruzar la frontera llueva truene o relampaguee, pero una parte de su corazón está tranquilo porque tiene fe, esa certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve.

 

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