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Discurso del presidente del Congreso se centra en la paz y San Andrés

El discurso que dio el presidente del Congreso, José David Name, durante la ceremonia de posesión de Juan Manuel Santos, tendrá una duración cercana...

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El discurso que dio el presidente del Congreso,José David Name, durante la ceremonia de posesión de Juan Manuel Santos, tendrá una duración cercana a los 25 minutos; dentro de los temas que abordará el senador del partido de La U, quien impondrá la banda presidencial, está el del proceso de paz, las reformas importantes para el próximo cuatrienio, la situación del Archipiélago de San Andres y  el tema del Marco Legal para la Paz que fue declarado exequible hace pocas horas por la Corte Constitucional.

 

El discurso iniciaó con una recopilación histórica de los discursos presenciales desde el año 1910, allí destaca el momento histórico que vivieron los presidentes Laureano Gómez y Alberto Lleras.

 

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Luego de ello el presidente del Congreso aborda el tema de las reformas y actos legislativos que serán tramitados durante los próximos cuatros años, los cuales serán tenidos en cuenta para el éxito político del segundo mandato de Juan Manu Santos. “Por ejemplo, el Congreso espera que la reforma a la justicia, a la salud y las ideas imaginativas y audaces para la generación de empleo, sean motivo de pronta presentación para su estudio”.

 

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“Así como que la seguridad ciudadana sea el centro de las preocupaciones de la administración que se inaugura, por la convicción que tenemos de que ella es base fundamental y condición indispensable para el goce de los derechos y libertades que hemos conquistado”, dice también el discurso de Name.

 

Según el presidente del Congreso, a partir de este jueves 7 de agosto la competitividad económica y la solidaridad social deben ser los dos ejes fundamentales, sobre los cuales debe apuntar el proyecto que se pone en marcha este 7 de agosto.

 

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“Sin embargo, no puedo omitir la mención de otros asuntos que están en el primer plano del panorama nacional: la paz, la salud, la educación, el desarrollo económico, el archipiélago de San Andrés y Providencia y las fronteras”, agrega el discurso.

 

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Al abordar el tema del proceso de paz el presidente del Congreso, José David Name, asegura que “ahora necesitamos que los alzados en armas, den muestras verdaderas e inequívocas de paz, cesando hostilidades contra la población indefensa y la infraestructura valiosa del país. Sólo así los colombianos tendrán fe en el proceso y esperanzas en sus logros”.

 

Frente a la decisión que tomó la Corte Constitucional en la últimas horas sobre el Marco Jurídico para las paz, el presidente del Congreso en el discurso del posesión del presidente Juan Manuel Santos dijo “el Marco Jurídico para la Paz  -instrumento que permite regular la terminación del conflicto armado dentro del marco constitucional - y la Ley Estatutaria del Referendo para la paz, serán las banderas legislativas que aportaremos para la convivencia de todos los colombianos bajo el imperio de la Constitución y la Ley”.

 

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Finalmente y luego de varios minutos de su intervención el jefe del legislativo habló de la tarea del Congreso frente al tema del Archipiélago de San Andres y Providencia “recibirán el apoyo decidido de un Congreso que, al legislar, sobre el contexto espacial de la territorialidad, reconoce en el archipiélago la expresión más valiosa de nuestro territorio.” Y agregó: "Iniciativas energéticas promovidas en este Congreso, son oportunas respuestas a una necesidad sufrida en el archipiélago, pero sentida por todos los colombianos".

 

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Al final de su discurso José David Name se comprometió a sacar a adelante una legislatura para la paz “Y nosotros, desde el Congreso de la República, a partir de hoy, empezaremos a sacar adelante la legislatura de la paz. Ese es el peso de nuestra responsabilidad, ser el congreso de la paz”.

 

Este es el discurso del presidente del Senado, José David Name:

 

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Señoras y Señores:

 

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En la ya larga tradición presidencial de Colombia, cada cuatro años desde 1910, año en que se estableció el cuatrienio como período del Presidente, nuestra democracia celebra el ritual que hoy nos congrega, que constituye el más alto honor en mi vida, por el papel que me ha correspondido desempeñar.

 

En los anales democráticos, hasta ahora la más emblemática de las posesiones presidenciales fue la del jefe del Partido Liberal Alberto Lleras Camargo, el 7 de agosto de 1958, como primer presidente del Frente Nacional, porque quien le tomó el juramento fue, precisamente, el jefe del Partido Conservador Laureano Gómez, en su condición de presidente del Congreso.

 

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En ese momento histórico, Liberales y Conservadores -que se habían enfrentado violentamente por décadas, con el saldo de miles de víctimas y dejando desolados los campos de la Patria- se confundían entonces en un abrazo fraterno, arropados por el pabellón nacional para sellar la paz definitiva entre los Partidos, enviando el mensaje claro y contundente de que somos colombianos, cuando nos lo proponemos, somos capaces de conquistar la paz, cimentar la convivencia y disentir civilizadamente en paz y democracia.

 

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Ese día el país presenció un fabuloso espectáculo de lo que es la reconciliación entre hijos de una misma patria, después de las ofensas y heridas infligidas.

 

En esa memorable ocasión, Laureano Gómez, con los restos que la enfermedad dejaba de su portentosa oratoria, con la que se opuso y fustigó a los gobiernos liberales -ya en la Cámara, ora en el Senado o en la plaza pública-, dijo dirigiéndose al doctor Alberto Lleras: “El país os conoce, Excelentísimo señor. Sabe de vuestra sinceridad, admira en vos vuestra rectitud, la limpieza de pensamiento y la diafanidad de intención.

 

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 Habéis ejercido la Primera Magistratura y en ella disteis prueba de gran inteligencia, claro discernimiento y probidad sin máculas ni tachas ... … El juramento que acabáis de prestar, inicia un sistema absolutamente nuevo en el manejo de la política. Un estilo desconocido de relación entre los partidos, y entre el Gobierno y los ciudadanos. Nada semejante ocurrió jamás en la vida independiente de nuestra Patria”.

 

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Por su parte, Alberto Lleras, con otro estilo de donosa y elegante prosa, respondió haciendo gala de su estampa republicana, y le contestó a Laureano Gómez en estos términos: “Llego a este puesto, el más alto por su origen democrático, el más honroso porque en él sirvieron los fundadores de Colombia y algunos de sus más grandes ciudadanos.

 

Pero como si fuera todavía poca mi fortuna, os corresponde a vos, señor, recibir mi juramento y exaltar inmerecidamente mi aptitud para la función que se me ha señalado”.

 

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El ejemplo de Gómez y Lleras, incrustado en el alma nacional desde el momento en que impusieron el entendimiento entre los Partidos, debe inspirar a los protagonistas de hoy, cuando Colombia se apresta a inaugurar una nueva paz después de otra larga violencia, en virtud de las negociaciones que se adelantan en la Habana, y que nosotros y todos nuestros compatriotas deseamos con fervor, fe y esperanza.

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Ahora son otros tiempos y otros hombres, aunque el escenario es el mismo: el Capitolio Nacional; como igual al anhelo de nuestros compatriotas de 1958 que celebraban el triunfo de la sensatez, es el ansia actual de los colombianos porque se alcance la victoria de la confraternidad.

 

Hoy, por casualidades gratas para mí, el primer ciudadano de la Nación, Juan Manuel Santos, es miembro y jefe natural del Partido Social de la Unidad Nacional; y quien le tomó el juramento de rigor, es miembro y dirigente de la misma colectividad política.

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Esta comunión de ideas facilitará el diálogo entre el Congreso y el Gobierno, necesario para la colaboración armónica entre las ramas del poder público de que habla la Constitución, para que sea amistoso y fluido, aunque respetuoso de la independencia de las mismas.

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Además, hay más hombres y mujeres que aumentan el número de voces en el Congreso, que dan forma a una democracia plural y generosa que supera los moldes del bipartidismo.

 

Este Congreso acoge en su seno la voz legítima de más de diez movimientos sociales y partidos políticos que hoy interpretan el sentir del pueblo colombiano.

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Provechosa también será la voz de la rama judicial que, coadyuvando los esfuerzos del gobierno, será considerada con respeto y tendrá audiencia en las decisiones del legislativo.

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Situándonos en la Colombia de hoy, el catálogo de problemas es extenso; y a solucionarlos deben aplicarse tanto el gobierno como los legisladores.

 

Por ejemplo, el Congreso espera que la reforma a la Justicia, a la salud y las ideas imaginativas y audaces para la generación de empleo, sean motivo de pronta presentación para su estudio.

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 Así como que la seguridad ciudadana sea el centro de las preocupaciones de la administración que se inaugura, por la convicción que tenemos de que ella es base fundamental y condición indispensable para el goce de los derechos y libertades que hemos conquistado.

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El empleo es la base de la prosperidad de los colombianos. Por tanto, una política urgente es la de hacer de la Nación una gran empresa solidaria que genere empleo digno para todos los ciudadanos.

 

La segunda administración del presidente Santos deberá promover una política pública que sea capaz de ejecutar la célebre proclama por usted manifestada de “cambiar lo que haya que cambiar”.

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Es imperativa la acción del gobierno para que la iniciativa privada dé los frutos y beneficios de una empresa solidaria; con la creación de condiciones que la estimulen y protejan, especialmente con la revisión a fondo de la política y estructura fiscales para acelerar un crecimiento económico con equidad, partiendo de la premisa de que la economía y lo social forman el binomio ideal para superar la pobreza.

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Por eso la competitividad económica y la solidaridad social son los dos ejes sobre los cuales debe asentarse el proyecto que se pone en marcha este 7 de agosto.

 

Queremos que todos nuestros compatriotas sean económicamente productivos, socialmente responsables, solidarios y políticamente activos, aspiraciones éstas que unidas a una política pública para la familia, sean el sustento del programa de inclusión social.

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Los anteriores son puntos primordiales, pero obviamente, el Presidente Santos se ocupará de los más importantes problemas que angustian a los colombianos y que constituyen su programa de gobierno.

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Sin embargo, no puedo omitir la mención de otros asuntos que están en el primer plano del panorama nacional: la paz, la salud, la educación, el desarrollo económico, el archipiélago de San Andrés y Providencia y las fronteras.

 

Pensar en las transformaciones hoy demandadas por la realidad nacional significa un ejercicio generoso de entendimiento con el prójimo y un sueño incluyente en el que encuentran espacio los diferentes sectores sociales.

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Complicadas son las decisiones que afronta un Hombre de Estado. Circunstancias variables en la  opinión pública, pueden traducirse en presiones indebidas y criticas inmerecidas. Serán solo las convicciones profundas y la estatura moral del Líder, los únicos elementos capaces de sostener el pulso cuando arrecien los señalamientos y adversidades.

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En un dilema de tamaña magnitud  se encontraba el país en el 2010. Y el presidente Santos escogió el camino de las dificultades, expuesto a la incomprensión.

 

Pero millones de compatriotas le dieron a usted, señor Presidente, el aval a su escogencia y por eso hoy inicia su segunda marcha en búsqueda de esa paz esquiva.

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Ahora necesitamos que los alzados en armas, den muestras verdaderas e inequívocas de paz, cesando hostilidades contra la población indefensa y la infraestructura valiosa del país.

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 Sólo así los colombianos tendrán fe en el proceso y esperanzas en sus logros.

 

La paz para los colombianos emerge, entonces, con claridad y sin objeciones, como ese componente capaz de volver el alma nacional al único sitio donde deben tramitarse las divergencias políticas en una democracia: el Congreso de la República.

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Así, será necesario que el paquete de leyes inicialmente diseñadas para abonar el camino de la reconciliación entre los colombianos, encuentre aquí eco en su materialización, perfeccionamiento y desarrollo. 

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El Marco Jurídico para la Paz  -instrumento que permite regular la terminación del conflicto armado dentro del marco constitucional - y la Ley Estatutaria del Referendo para la paz, serán las banderas legislativas que aportaremos para la convivencia de todos los colombianos bajo el imperio de la Constitución y la Ley.

 

Hace también parte de ese sueño incluyente, la perspectiva de una nación integrada a su contexto regional y lista para participar de los desafíos que en materia multilateral, nos convocan en otros hemisferios.

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Colombia, como país diverso, debe reconocer en sus regiones y en sus fronteras una gran riqueza.

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Nuestro contexto regional está unido por un lazo filial que nos permite, como colombianos, compartir una identidad social y política que nos inserta en el corazón de América Latina.

 

Pensar en los diferentes retos que se presentan a lo largo y ancho de nuestras fronteras, en los escenarios económicos, sociales y políticos, se vuelve una necesidad no sólo soberana, sino al mismo tiempo de verdadera integración contemporánea.

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San Andrés y Providencia recibirán el apoyo decidido de un Congreso que, al legislar, sobre el contexto espacial de la territorialidad, reconoce en el archipiélago la expresión más valiosa de nuestro territorio.

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Iniciativas energéticas promovidas en este Congreso, son oportunas respuestas a una necesidad sufrida en el archipiélago, pero sentida por todos los colombianos.

 

Tamaña tarea por reconciliar la nación, silenciar los fusiles, abonar los campos y sentar las bases de un futuro promisorio, no será posible si no acometemos al tiempo y de manera radical un giro a nuestra política del gasto público.

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Las amenazas que se ciernen sobre la prosperidad y el bienestar de los colombianos, dejaran de serlo cuando entre todos logremos la paz.

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El país debe acometer una tarea urgente y titánica. Debemos convertir la educación en el sello indeleble que nos identifique a los colombianos.

 

Al aumentar las horas de capacitación y mediante el fortalecimiento institucional del sector, se hace necesario que la investigación y el desarrollo de nuevas tecnologías sean una realidad al alcance de los colombianos.

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Por último, esta nueva concepción de la educación debe servir y estar orientada hacia la paz.

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Como ya alguien dijo, “Educar para la paz es una forma de educar en valores. La educación para la paz lleva implícitos otros valores como: justicia, democracia, solidaridad, tolerancia, convivencia, respeto, cooperación, autonomía, racionalidad, amor a la verdad”, a lo que yo me permitiría agregar:

 

·      El perdón

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En Colombia, la educación para la Paz debe llevar implícito el perdón y la reconciliación.

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Señor Presidente:

En lo que al Congreso corresponde, ya lo dije en mi intervención del pasado 20 de julio en el Senado: “En La Habana se acuerda la Paz. En las urnas, los colombianos elegimos la Paz. El gobierno trabajará por la Paz.

 

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Y nosotros, desde el Congreso de la República, a partir de hoy, empezaremos a sacar adelante la legislatura de la Paz”. Ese es el peso de nuestra responsabilidad, ser el congreso de la paz.

 

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Muchas gracias.

 

 

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