He vivido días trepidantes, no es fácil tomar la decisión de reinventarse, de cambiar la manera de vivir. Pero lo es menos cuando se tiene alguna función pública y se vive en medio de las redes sociales.
He recibido todo tipo de mensajes. Desde lo más tiernos e inspiradores, hasta las críticas y deformacinoes de la realidad más locas.
Las redes sociales nos achicaron el mundo y ponen nuestra privacidad en manos de cualquier persona, que sin pensar en el daño que puede hacer, sin constatar que lo que dice es mentira, opina con actitud plenipotenciaria de quién es un nuevo dios.
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