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Conozca a Javier Sierra, el hombre que pasó una noche en la Gran Pirámide

El escritor español Javier Sierra, autor de La pirámide inmortal, entre otros libros, estuvo en Luna Blu hablando sobre la civilización egipcia y los...

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Javier Sierra, autor de La pirámide inmortal. Foto: Carlos Ruizi
Javier Sierra, autor de La pirámide inmortal. Foto: Carlos Ruizi

misterios que encierra la construcción de sus famosas pirámides.

 

Sierra inició planteando que “la madre de todos los misterios en Egipto es que cómo es posible que una cultura como la de los antiguos faraones hubiera tenido un grado de desarrollo tan importante en sus primeras fases, a tal punto que da la sensación que es una cultura que parte muy desarrollada y luego va degenerando”.

 

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“En los primeros momentos de las dinastías faraónicas egipcias ya tenían desarrollado todo su sistema de escritura; en los primeros momentos de la cultura faraónica construyen pirámides y en una época de apenas siglo y medio se mueve el mismo volumen de metros cúbicos de piedra que en los mil quinientos años siguientes de su historia”, añade.

 

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Según Sierra, en ese momento hubo una explosión de conocimiento de profundidad de todos los conceptos que después se fue perdiendo, “esto no pasa en ninguna otra civilización del planeta, donde la evolución empieza más bajita, menos desarrollada, y va creciendo poco a poco. En Egipto todo va al revés, empieza muy alto y parece que van degenerándose hasta que finalmente son absorbidos por el imperio romano”.

 

-El concepto de dioses para los antiguos egipcios

 

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“Hoy los llamaríamos extraterrestres, pero el concepto que tenían de los dioses era que definitivamente venían del espacio profundo”, afirma Sierra, en referencia a las creencias religiosas de la antigua civilización egipcia.

 

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Indica que en los textos de las pirámides, inscripciones que tienen unos 4.500 años de antigüedad, “se habla de la procedencia estelar de los dioses y de la creencia de que el alma de los faraones, cuando encarnan, pone rumbo a las estrellas para reunirse con los dioses. Era tal la obsesión que tenían los egipcios por el firmamento nocturno y el origen de esos dioses que buena parte de sus construcciones están orientadas estelarmente”.

 

“Sabemos que las tres grandes pirámides de la meseta de Guiza: Keops, Kefren y Micerinos, imitan sobre la superficie la disposición de las tres estrellas centrales de la Constelación de Orión, que creían que era al más allá y que esta constelación era la encarnación cósmica del dios Osiris; hay una mitología, por tanto, compleja de carácter astronómico que hoy nos choca pero que para los constructores de pirámides era lo natural”, agregó.

 

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-¿Cómo se construyeron las pirámides egipcias?

 

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Lo cierto es que hoy no hay una explicación total al problema que plantea la construcción de esos monumentos. “La Gran Pirámide tiene un lado de ancho, que es el equivalente a un estadio de fútbol y la altura sería como una torre de 42 plantas. El volumen de piedra que se ha movido para construir un edificio como ese son, según cálculos, 2 millones y medio de bloques de piedra de unas 2 toneladas de peso cada uno”.

 

Dijo Sierra que los cálculos más optimistas indican que mover 2 millones y medio de piedra en veinte años, que es lo que se cree que tardaron en construir la pirámide en tiempos de Keops, equivale, “trabajando doce horas diarias todos los días del año, a colocar un bloque en su lugar definitivo cada dos minutos. No hay empresa constructora moderna que lo soporte, no existe”.

 

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Por tanto, afirma que no hay respuesta a cómo lo hicieron los egipcios, “salvo que las pirámides hubieran sido construidas en un lapso de tiempo mucho mayor que la vida de un faraón y quizá, incluso, que hayan sido construidas antes de lo que nos dicen los egiptólogos. Quizá se hicieron mucho antes y no sabemos bien si por egipcios”.

 

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-La noche que Napoleón pasó en el sarcófago de la Gran Pirámide

 

El tema central del texto La pirámide inmortal de Javier Sierra gira en torno a la noche que pasó en el sarcófago de la Gran Pirámide, en un acto que buscaba imitar lo hecho por Napoleón Bonaparte.

 

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“En una conversación con mis guías en Egipto y autoridades arqueológicas del país, sobre la pernocta que tuvo Napoleón en el interior de la Gran Pirámide la noche de3 12 al 13 de agosto de 1799, me dijeron que no se sabía nada de esa historia porque Napoleón salió tan alterado de aquella noche, que se negó a dar ninguna pista”.

 

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“Me puse entonces tras esa pista, llegué incluso a consultar sus memorias, que las dictó en su exilio en la isla de Santa Elena a Manuel de las Casas, quien le preguntó qué sucedió aquella noche de agosto en el interior de la pirámide a lo que él responde que, aunque lo contara, nadie le iba a creer”, añadió Sierra.

 

De esta manera, cuenta el escritor, que se obsesionó con el hermetismo de Napoleón frente al tema al punto de, “en un arrebato, pasar una noche en el interior de la gran pirámide tratándome de hacer una idea de lo que vivió Napoleón”.

 

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¿Qué sintió Javier Sierra durante las 7 horas que estuvo acostado en el sarcófago de la Gran Pirámide? Escuche la entrevista completa y averígüelo. 

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