El cinismo de la Dimayor: Editorial de Óscar Montes

El panelista Óscar Montes habló sobre la decisión por parte de la Dimayor de no transmitir los partidos de América y Deportivo Cali.

BLU Radio Óscar Montes. Foto: bluradio.com

Ante los hechos vandálicos protagonizados por hinchas de los equipos América y Deportivo Cali en el estadio Pascual Guerrero de la capital Del Valle del Cauca el pasado miércoles en la noche, la División Mayor del Fútbol colombiano (Dimayor) decidió prohibir la transmisión por cualquier medio, radio, televisión y prensa escrita, de los siguientes partidos de ambos equipos. 

 

En otras palabras, la Dimayor decidió vetar a los medios de comunicación, hecho insólito que debe ser rechazado de manera contundente por quienes defendemos y promovemos la Libertad de Expresión.

 

Para empezar, los medios de comunicación no son los responsables de los desmanes, ni mucho menos fueron protagonistas de los hechos violentos de Cali. Ni fueron ellos los que atacaron con pistolas y cuchillos a sus adversarios, ni a la Policía.

 

La Dimayor está buscando el muerto aguas arribas y no aguas abajo, que es donde debería.

 

Sancionar a los periodistas de forma tan drástica es, además, comprometer su derecho al trabajo, pues cada medio de comunicación tiene compromisos comerciales con los cuales deben cumplir. Es bien sabido que en asuntos periodísticos, si no hay pauta, no hay ingresos.

 

Quienes deben ser sancionados con toda firmeza y sin contemplaciones son los criminales que se disfrazan de hinchas y los equipos que fomentan la presencia de esos bandidos en sus filas. Ahí está la raíz del problema. 

 

En Colombia hay equipos y la Dimayor lo sabe, que les han "adjudicado" a las barras bravas, la venta y distribución de la boletería de algunas tribunas en los estadios. Hay otros que dejaron en manos de estas mafias las ventas de camisetas y gorras, para permitirles no sólo su sostenimiento, sino millonarias ganancias. Los trasladan con el equipo a otras ciudades, los hospedan en los hoteles y les permiten tener contacto con los jugadores para "apretarlos".

 

Los barras brava del Deportivo Cali tienen, inclusive, "un ala militar". ¡De ese tamaño es el monstruo que engendraron algunos equipos de fútbol colombiano!

 

La Policía, cuando no está intimidada por estos criminales, es cómplice de sus abusos, ya sea por omisión, cuando no lo es por corrupción. Por las narices de algunos agentes, desfilan armas y drogas de todo tipo, sin que nadie haga nada para impedirlo.

Pero para la Dimayor nada de esto es grave.

 

Grave es la transmisión de los partidos del América y del Deportivo Cali. Difícil encontrar mayor demostración de cinismo y desfachatez. En lugar de exigirle a los equipos un mayor compromiso desquita su impotencia con los periodistas, que lo que hacen es cumplir con su deber. Bonito así, como diría el inolvidable Marcos Pérez.

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