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Memorias del Mundo - El legado de Francisco, un Papa incómodo para los poderosos, inolvidable para los vulnerables
Francisco no fue solo un Papa, fue un punto de inflexión en la historia de la Iglesia y del mundo. Su legado traspasa las fronteras del Vaticano y deja una huella profunda en temas que marcaron nuestro tiempo: la defensa de los migrantes, la denuncia sin miedo de la corrupción, el llamado urgente a cuidar el medio ambiente y su incansable lucha por la paz en un mundo en guerra. Se atrevió a hablar de lo que muchos callaban: de los abusos dentro de la Iglesia, de la necesidad de acoger a la comunidad LGBTIQ+, de bendecir el amor antes que condenarlo. Fue un Papa que no vino a juzgar, sino a acercarse, a entender, a transformar. Hoy su legado es un reto para su sucesor y una guía para la humanidad: porque cuando un Papa se convierte en voz de los que no la tienen, su historia no se olvida, se multiplica.<br/>
Como niño prodigio se trasladó a Viena para seguir clases con Joseph Haydn, se estableció allí primero como pianista y poco después también como compositor de música para piano: sonatas, variaciones y conciertos.
El primero de los tres Tríos,op.9 escrito en la tonalidad de sol mayor, fue considerado por Beethoven como el mejor de los escritos en esa época juvenil. Lo dedicó al conde Johann Georg Browne.
La culminación de las obras para tríos de cuerdas, la encontró Beethoven en los tres Tríos del opus 9. Por esa época el compositor desarrollaba sus experimentos de contrapunto ejercitando las bases que le había dado su maestro Haydn.
Al contrario de la Primera Sinfonía en la que es perceptible el modelo de Haydn y Mozart, la Segunda Sinfonía de Beethoven se presenta internamente más lacónica y al mismo tiempo más dilatada y en conjunto más imponente. La estructura aparece más cuajada y las confrontaciones rítimico-métricas se hacen sobre todo más tensas. Por primera vez irrumpen acentos heroicos. Beethoven escribe su primer Scherzo sinfónico. El final conforma el contrapeso que equilibra el primer tiempo.
Más que ninguna otra sinfonía, a excepción de la Novena del propio Beethoven, la “Heroica” cambió la faz de la música y la historia del género. Sus enormes dimensiones (dos veces la extensión de cualquiera de las sinfonías de Haydn o de Mozart) y su vasta complejidad hicieron que resultara más que problemática para muchos de los contemporáneos de Beethoven.