En esta temporada de fin de año, los funcionarios del Dagma se concentrarán en vigilar bares y discotecas en zonas como Juanambú y Granada, el Parque del Perro, la Carrera 66 y El Peñón, sitios en los que se disparan las quejas por exceso de ruido.
La tarea será medir los decibeles que se generan en los establecimientos no solo desde afuera, con los denominados sonómetros, también habrá personal encubierto para monitorear desde adentro con el fin de evidenciar la flagrancia en la infracción.
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“Por lo general llegamos encubiertos, llegan los técnicos del grupo de acústica, ingresan a los establecimientos, se ubican en un lugar muy cercano a las consolas con el fin de que no se manipulen las consolas cuando nosotros hacemos el monitoreo, porque los monitoreos se hacen a 1.5 metros de la fachada de los establecimientos”, señaló Janeth Alegría, subdirectora de Gestión de Calidad Ambiental del Dagma.
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Para el caso de sitios de concentración masiva se tomaron otras disposiciones. Por ejemplo, en la plazoleta Jairo Varela no se otorgaron permisos para superar los niveles de ruido y en zonas como la del estadio Pascual Guerrero, la Plaza de Toros y la Calle de la Feria habrá más personal haciendo monitoreo.
Los decibeles de ruido permitidos por la norma son de hasta 65 unidades.
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El Dagma anunció que se implementarán suspensiones y hasta decomisos de amplificadores y equipos de sonido en caso de determinarse la infracción.
Incluso, el propietario podría pagar multas de hasta cinco mil salarios mínimos diarios legales por generar ruido.
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