Casi 25 años en el servicio doméstico hacen de María Roa la verdadera dueña de la casa. La amable y orgullosa negra, de 41 años, llegó desde Apartadó a Medellín en 1996 para trabajar en labores de hogar y así sacar adelante a sus tres hijos y dos nietos.
Ahora lidera lo que es su hogar: la Unión de Trabajadoras Afrocolombianas del Servicio Doméstico, con el que logró que se respeten sus derechos y les paguen prima. Incluso, ha ido a Harvard a hablar de su oficio.
“A raíz de ver tanta discriminación me decido a la lucha y reivindicación de los derechos laborales y humanos de las trabajadoras domésticas, en especial a las negras, pero esta lucha fue por todas”, afirmó.
María, quien ama cocinar y odia planchar, es una de esas mujeres que inspiran.