Evangelio de hoy: 11 de febrero de 2024

Conozca el evangelio y la palabra de Dios de este domingo, 11 de febrero

Jesucristo/Religión Foto: EFE

Evangelio del día


Lectura del santo evangelio según san Marcos (1,40-45):
En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas: «Si quieres, puedes limpiarme.»
Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Quiero: queda limpio.»
La lepra se le quitó inmediatamente, y quedó limpio.
Él lo despidió, encargándole severamente: «No se lo digas a nadie; pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés.»
Pero, cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grandes ponderaciones, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo, se quedaba fuera, en descampado; y aun así acudían a él de todas partes.
Palabra del Señor

Lectura del día


Lectura del libro del Levítico (13,1-2.44-46):
El Señor dijo a Moisés y a Aarón: «Cuando alguno tenga una inflamación, una erupción o una mancha en la piel, y se le produzca la lepra, será llevado ante Aarón, el sacerdote, o cualquiera de sus hijos sacerdotes. Se trata de un hombre con lepra: es impuro. El sacerdote lo declarará impuro de lepra en la cabeza. El que haya sido declarado enfermo de lepra andará harapiento y despeinado, con la barba tapada y gritando: "¡Impuro, impuro!" Mientras le dure la afección, seguirá impuro; vivirá solo y tendrá su morada fuera del campamento.»

Reflexión


El evangelio según san Marcos (1,40-45) presenta un encuentro poderoso entre Jesús y un leproso que nos invita a reflexionar sobre la compasión, la sanación y la obediencia a la voluntad de Dios.

En este relato, vemos a un leproso acercarse a Jesús con humildad y fe, reconociendo su condición de necesidad y suplicando por sanación. Su súplica, "Si quieres, puedes limpiarme", revela una profunda confianza en el poder y la compasión de Jesús. La respuesta de Jesús es reveladora: "Quiero. Queda limpio". En estas simples palabras, vemos el amor y la compasión de Jesús hacia aquel que sufre, y la prontitud de su acción sanadora.

Sin embargo, lo que sigue después es igualmente importante. Después de sanar al leproso, Jesús le ordena que no divulgue lo sucedido, sino que vaya a presentarse al sacerdote y haga lo que la ley de Moisés prescribe para su purificación. Esto muestra el respeto de Jesús por las normas y las autoridades establecidas, así como su deseo de que se cumpla la voluntad de Dios en todas las cosas.

Pero el leproso, lleno de gratitud y emoción por su sanación, desobedece la instrucción de Jesús y comienza a divulgar el milagro por todas partes. Aunque su intención puede ser buena, su desobediencia tiene consecuencias: Jesús ya no puede entrar abiertamente en ningún pueblo, sino que debe quedarse en lugares desiertos. Aun así, la gente sigue acudiendo a él desde todas partes.

Esta narrativa nos enseña varias lecciones importantes. En primer lugar, nos muestra la compasión y el poder de Jesús para sanar a aquellos que sufren. Nos invita a acercarnos a él con humildad y fe, confiando en su capacidad para transformar nuestras vidas.

Además, nos recuerda la importancia de obedecer la voluntad de Dios y respetar las normas y autoridades establecidas. Aunque puede ser tentador buscar la gloria personal o la gratificación inmediata, debemos recordar que la verdadera libertad y plenitud se encuentran en seguir los mandamientos de Dios y buscar su voluntad en todo momento.

En resumen, este pasaje del Evangelio nos desafía a confiar en la compasión y el poder de Jesús, a obedecer la voluntad de Dios y a buscar su gloria por encima de la nuestra. Que podamos aprender de la fe y la obediencia del leproso, y seguir su ejemplo en nuestras propias vidas.

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