Al analizar los datos, descubrieron que mientras quienes viven solos basan su dieta en comida congelada, helado y alimentos poco saludables, los que lo hacían acompañados se esforzaban más en algo que alimente más.
La investigación advierte que los efectos psicológicos de vivir solo podrían traer consigo los malos hábitos alimenticios, por lo que la idea es no permitir que, aunque esté solo, su alimentación sea poco saludable y se concentre en comidas rápidas.