Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Reciba notificaciones de Blu Radio para tener las principales noticias de Colombia y el mundo.
No activar
Activar

Publicidad

"Lo que natura no da…", editorial de Ana Cristina Restrepo

En el editorial de este lunes en Vive Medellín, Ana Cristina Restrepo habló sobre los falsos títulos profesionales de los políticos en Colombia.

tmp_1599671455372.jpg

Este es el Editorial de Ana Cristina:

 

Hace un tiempo, el alcalde de Bogotá, doctor Enrique Peñalosa, declaró ante algunos medios tener un título de doctorado en Administración Pública de la Universidad de París 2.

 

Publicidad

Bogotá lo eligió y después descubrió la inconsistencia en su hoja de vida.

 

Publicidad

El caso de Antioquia es inverso: Antioquia eligió al actual Gobernador, el doctor Luis Pérez, después de saber a través de los medios que en la página web de su anterior campaña para la Alcaldía de Medellín, había declarado un doctorado inexistente de la Universidad de Michigan, en Estados Unidos. Aquí vale aclarar que la Universidad de Michigan efectivamente le otorgó un título al doctor Luis Pérez pero de Magíster, que es inferior al de doctorado.

 

Toda Antioquia supo que el doctor Luis Pérez había mentido. Y aun así lo eligió Gobernador.

 

Publicidad

En un entorno académico, donde los títulos adquiridos y la calidad de las universidades que los otorgan, son la carta de presentación del docente o investigador, incluir en la hoja de vida un título inexistente o falso equivale a un suicidio profesional. El desprecio de la comunidad de pares académicos e instituciones, difícilmente le permitiría continuar trabajando entre pupitres y tableros.

 

Publicidad

El fraude de un docente dentro de los entornos académicos es muy difícil de limpiar. Pero en el caso de la política, declarar un doctorado falso o inexistente es una mentira más.

 

La experiencia democrática en Colombia demuestra que ni las mentiras restan votos ni los títulos universitarios suman.

 

Publicidad

La historia de nuestra democracia evidencia que al votante de la calle, al ciudadano promedio, lo tiene sin cuidado la preparación académica de sus gobernantes.

 

Publicidad

Si a los colombianos nos importara la hoja de vida académica de los políticos, Antanas Mokus habría sido presidente. Y Julio César Turbay Ayala no hubiera llegado ni a la puerta de la Casa de Nariño.

 

El doctorado es un título que podría llegar a garantizar la calidad de un académico, pero en el campo de la política es incierta su eficacia. Basta citar el caso de George W. Bush, expresidente de Estados Unidos, egresado de las universidades Yale y Harvard: “Lo que natura no da, Salamanca no lo presta”, diría mi abuela.

 

Publicidad

La mentira sobre la preparación académica de los políticos no obedece a intenciones electorales sino que es parte de una actitud inherente a la clase política nacional: el arribismo.

 

Publicidad

El doctor Enrique Peñalosa, el doctor Luis Pérez y quién sabe cuántos doctores más, son doctores con o sin cartón de doctorado expedido por una universidad. Ostentan el “título” de doctor por una razón geográfica y sobre todo cultural: porque viven en Colombia.

  • Publicidad