Una persona asesinada, 16 heridos en hechos aislados, 80 riñas callejeras, y más de 1.500 llamadas que fueron atendidas por parte de unidades de la policía tras solicitud de la comunidad, dejó la celebración del año nuevo en la ciudad de Pasto.
En la capital nariñense, las autoridades tuvieron que trasladar a varios centros de atención permanente a más de 125 personas que tras violar el toque de queda estaban en un avanzado estado de embriaguez,
Según el comandante de la Policía de la ciudad, coronel José Sánchez, el hecho más grave se registró pasadas las 5:30 de la madrugada del 1 de enero en el barrio San Vicente, donde un hombre de 47 años de edad murió luego que fuera herido de gravedad con un arma corto punzante por parte de un joven.
El agresor fue capturado minutos después tras una acción rápida de unidades de la Policía y de inmediato fue puesto a órdenes de la Fiscalía para que responda por el delito de homicidio.
El oficial dijo también que el comportamiento de la comunidad nariñense desbordó todos los límites de reuniones familiares sin las mínimas medidas de bioseguridad, lo cual es un alto riesgo de aumentar los contagios de COVID-19 en la ciudad.
El coronel Sánchez aseguró que fue tal grado de exaltación de los habitantes, por culpa de la ingesta de alcohol, que pasadas la 9:00 de la mañana varias unidades de la Policía seguían atendiendo casos de riñas callejeras y el llamado de la comunidad sobre la perturbación del orden público en diferentes barrios.
Visiblemente molesto, el oficial pidió a la comunidad tomar conciencia de la situación y advirtió que pese a que no se impusieron comparendos, esto no significa que las personas conducidas a los centros de atención permanente vayan a quedar exoneradas de sus responsabilidades.
El comandante de la Policía de Pasto reiteró el llamado a la comunidad para que se respeten los decretos de restricción de movilidad y advirtió que las autoridades serán implacables con quienes sigan con la indisciplina social poniendo en riesgo la vida de toda la comunidad.
Por: Winston Viracachá