Diana Obando nació en Bogotá, pero parece un animal de monte: medio esquiva, medio misteriosa. Su trabajo literario es igual, lleno de palabras que parecen traídas de escrituras sagradas. La literatura de Obando no pretende llegar como una flecha a un punto rojo, sino que parece una serpiente con alas revoloteando en lugares que no parecen reales, entonces cuando una la lee parece que me cubriera un manto precioso y oscuro donde los sentidos afloran en la piel y donde la belleza es de otra sustancia. En esta conversación con Obando hablamos de plantas y de armas romas que no hieren sino que unen. Ojalá esta charla les lleve a jardines nuevos.
En una FILBo dedicada al cuerpo, pocas celebraciones resultan tan significativas como el homenaje a Darío Jaramillo Agudelo, cuya trayectoria poética y narrativa ha sido reconocida con numerosos premios y distinciones. Su obra, profundamente vinculada al amor, el erotismo y la experiencia corporal, es fundamental para entender la tradición poética colombiana. Como afirma el poeta Ramón Cote, existen muchos Daríos: el poeta, el narrador, el ensayista, el editor, el gestor cultural. A esa lista se suman el mentor, el antologador, el reseñista, el melómano y el amigo entrañable. En este homenaje, amigos y colegas se reúnen para conversar, ante un público fervoroso, sobre las múltiples y brillantes facetas de su vida y su obra.