La dinámica de la pandemia con su educación a través de pantallas, nos ha acostumbrado a todo tipo de situaciones.
Desde el niño que se queda dormido en clase, hasta los accidentes del micrófono abierto que permiten escuchar cualquier tipo de cosas…
Este jueves se hicieron virales dos videos graciosos, pero que a la vez reflejan la complejidad de este tipo de educación.
En el primero que quiero reseñar, el profesor del departamento de Matemáticas de la Universidad de Singapur, Dong Wang, dictó una clase virtual de dos horas con el micrófono apagado. Un problema técnico ocasionó que, al iniciar, repentinamente la pantalla del profesor se congelara un corto lapso de tiempo, y cuando regresó, lo hizo sin audio; Wang no se percató y continuó sin que sus estudiantes, que trataban de hacerle caer en cuenta de la situación, pudieran escuchar nada, hasta que él propuso una ronda de preguntas.
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El otro vídeo fue aquí en Colombia, cuando en una clase virtual, la profesora vio a uno de los niños con la cara de tristeza y muy amablemente le preguntó qué le pasaba, a lo cual el niño espontáneamente le respondió “no he entendido ni mier…” pues claro, la profesora y los demás compañeritos quedaron descolocados, él se percató de lo que había dicho y corrigió, pero ya todos estaban en plan de reír.
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Pueden ser experiencias que produzcan risas, pero develan que todavía hay mucho que afinar en este tipo de educación.
Definitivamente no se puede dictar clase en pantallas como si se estuviera delante de los estudiantes, tiene que haber rutinas y dinámicas en las que se aprovechen las características de estos medios tecnológicos; la sinceridad del niño nos hace conscientes de que es muy probable que no se esté entendiendo nada a través de este modo de enseñanza y que se requiere hacer cambios pronto.
Hay que esperar las evaluaciones de lo aprendido por esta forma; sospechamos que nos van a dar buenos resultados. Pero también, me parece que al hacerse la clase en los espacios cotidianos en los que se juega o se comparte con la familia, se pierden las características del respeto que las aulas generan; estoy seguro que en el salón el niño no hubiera respondido con tanta espontaneidad.
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Entiendo el momento que vivimos y que esta es una forma provisional, porque esperamos que los niños vuelvan pronto a las clases, pero hay que ser conscientes de los problemas que está generando.
Escuche la reflexión y el análisis de Alberto Linero en Mañanas BLU:
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