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No basta con discursos sobre juventud, son necesarias las medidas; sin ellos, no hay un buen futuro

No deja de ser un problema su inestabilidad emocional, a veces propia de las edades en las que están y otras veces fruto de una mala formación emocional; también se desaniman fácilmente ante las adversidades y tienden a creer que todo está perdido.

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Alberto Linero
Foto: Blu Radio

Mientras camino por el campus de la Universidad de la Costa, en Barranquilla, donde soy docente, converso con la juventud. Escucho sus sueños y propósitos de vida, y a la vez sus dificultades y miedos ante todo lo que se vive.

Valoro en ellos rasgos muy sobresalientes como la conciencia y sensibilidad social; están dispuestos a atender las necesidades de los demás y movilizarse para ayudar. También destaco su actitud abierta a la diversidad de todo tipo, lo que hace posible establecer relaciones respetuosas, y su responsabilidad ecológica, que siempre está en crecimiento; entienden que hay que cuidar la casa común.

No deja de ser un problema su inestabilidad emocional, a veces propia de las edades en las que están y otras veces fruto de una mala formación emocional; también se desaniman fácilmente ante las adversidades y tienden a creer que todo está perdido.

Ellos son el presente de nuestra sociedad y todos deberíamos estar atentos a ser buenos modelos de vida y a la vez brindarles espacios para su realización.

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Lo cual no parece estar sucediendo, ya que el informe reciente de la Encuesta Integrada de Hogares reveló que, entre diciembre de 2023 y febrero de 2024, aproximadamente 2.9 millones de jóvenes de hasta 28 años no se encuentran empleados ni participan en el sistema educativo. Este número equivale al 26.8% del total de individuos aptos para trabajar dentro de esta franja de edad, que abarca desde los 15 hasta los 28 años.

Son demasiados jóvenes sin posibilidades, lo que los hace vulnerables a caer en flagelos como la delincuencia y la drogadicción. Creo que es necesario no partir de un juicio negativo contra los jóvenes, sino centrarnos en que les faltan oportunidades, incentivos y campañas que los ayuden a tener un proyecto de vida sólido y realizable. No basta con discursos sobre la juventud; es necesario que se tomen medidas. Sin ellos, no hay un buen futuro.

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