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Pereira: los “gallos” destemplados de Gallo

A Juan Pablo Gallo se le consideraba el salvador de la ‘Perla del Otún’, pero una grabación suya puso esa creencia en entredicho.

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Aurelio Suárez, panelista de Mañanas BLU

A Juan Pablo Gallo, el alcalde de Pereira, le pasó lo de la canción de Garzón y Collazos: “Ya no canta el gallo viejo como cantaba primero”. Fue elegido en 2015 con una votación arrolladora, 126.075 votos –duplicando a su más cercano rival– y estableciendo un récord en el siglo XXI. Se le consideraba el salvador de la Perla del Otún, el que la iba a librar por fin de las garras del exsenador Carlos Enrique Soto, quien fuera destituido por denuncia de Carlos Alfredo Croswhaite.

Gallo designó como su candidato a la Alcaldía a quien fuera secretario de Hacienda, Carlos Maya, y Colombia se escandalizó cuando conoció un video de su esposa actuando como “barra brava” del “que dijo Gallo”. Sin embargo, ese despropósito, avalado con el derecho que ella tiene de opinar, se quedó corto frente a los audios, que nada le envidian a los de Vicente Blel en Bolívar. Ahí se oye la voz de Juan Pablo Gallo como la de cualquier jefe de debate electoral, tomando cuenta de “los referidos” (se trata de las listas de votos) de unos contratistas de la Alcaldía en favor de su pupilo y después de hacer una adición presupuestal para darle rienda suelta a “contratos por servicios”. Gallo emula a un grupo de burgomaestres que busca la reconocida “reelección en cuerpo ajeno”.

Vea también: Los elefantes de Emcali que Armitage no ve: columna de Aurelio Suárez

Gallo y su candidato están en apuros porque Mauricio Salazar, excongresista conservador y del riñón de la familia Merheg –desde Beirut, adonde huyó de una condena por parapolítica, lo está apoyando Habib, uno de los jefes–, les disputa la vara de premios. Salazar fue inhabilitado por tres años, luego de ser personero, y su esposa Irma Noreña, verdadero poder en la empresa de Acueducto, Aguas y Aguas, investigada por numerosas anomalías, le tira ahora el guante a Gallo, de quien fuera durante años socia política predilecta. En resumen, es una reyerta por definir, entre bandolas y clientelas, quién echa mano de la parte gruesa de la torta y en medio de denuncias de dineros de la mafia rondando la política en Risaralda. ¿Todo vale?

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Las dificultades de Gallo se las creó él mismo. El desorden urbano por la anarquía de constructores y curadores sobre la estructura ecológica, que ha ocasionado derrumbes y pérdidas en las viviendas de incautos ciudadanos; el negocio del alumbrado con William Vélez, al que intenta metérselo en el bolsillo a perpetuidad mediante una empresa de economía mixta, o el desfalco a la Hacienda de Pereira por el grupo Solarte, el socio de Odebrecht, que luego de haber tomado el Aeropuerto Matecaña, no ha cancelado obligaciones con la ciudad por más de 15 mil millones de pesos. La cartera del impuesto predial se ha duplicado, y solo dos de cada tres predios están al día; la deuda pública se disparó para financiar un estrambótico cable aéreo; el Megabús sigue en barrena; protestas ciudadanas obligaron a reabrir puestos de salud cerrados arbitrariamente; la mayoría de los colegios amenazan ruina; las tarifas de energía crecieron el doble que la inflación y en la economía siguen predominando las remesas que giran los emigrantes y los flujos de dinero encubierto.

Otra columna de este autor: La concesión de Triple A debería caducar, Aurelio Suárez

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Lo más preocupante es el silencio de las mayorías frente a tanto desafuero. Apenas se escuchan las voces incansables del exconcejal y candidato a la Alcaldía, Carlos Alfredo Croswhaite; de la actual concejala, Adriana González, y también de la cabildante Carolina Giraldo, además de los reclamos aislados y débiles de organizaciones cívicas y sociales. Para las elecciones venideras vale preguntar: ¿Quién podrá de verdad salvar a Pereira?

 

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