difícil”.
El hecho sucedió en Tokio y se descubrió luego de que aparecieran restos óseos en el lugar.
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“Mi odio hacia ella era cada vez mayor (...) la vida era muy difícil antes de su fallecimiento”, argumentó el hombre, quien se entregó a las autoridades.
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Como en Japón las cenizas solo se pueden arrojar en lugares autorizados, ahora el hombre está acusado de abandono de restos mortales.