No faltan quienes abogan por establecer límites en el humor, especialmente cuando este puede perpetuar estereotipos, ofender a comunidades vulnerables o trivializar problemáticas serias.
El gran engaño de la alimentación emocional es que ataca el síntoma, pero no la causa. Si comemos para calmar la ansiedad, la tristeza o la soledad, el placer es efímero y la sensación de vacío regresa con más fuerza.
Creo que la mejor forma de honrar su memoria es vivir con la pasión que él nos mostró. Trabajemos con entrega, amemos sin reservas y celebremos cada pequeño instante.
Se tarda años en construirla, pero un instante en perderla. Por eso, cuidar la confianza implica ser conscientes de las expectativas que generamos y ser consistentes al cumplirlas.
Perdonar no es fácil, especialmente cuando quien nos ha herido no muestra arrepentimiento o cuando las cicatrices parecen demasiado profundas para sanar.