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"Amar la historia es un acto de responsabilidad, no basta con recordarla": Alberto Linero

Quien conoce su historia no solo se aferra a sus raíces, sino que tiene más claridad para construir el futuro.

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Alberto Linero
Foto: Blu Radio

Ayer murió en Barranquilla Alfredo De la Espriella , con quien conversé muchas veces sobre la historia de la ciudad. Tenía datos, relatos y anécdotas, siempre expresados con su inconfundible sabor caribe. Su fallecimiento me ha hecho pensar en la necesidad del amor por la historia, sobre todo en estos días en los que algunos intentan reescribir los acontecimientos con superficialidad, desconociendo su profundidad y significado.

Amar la historia no es solo acumular fechas o memorizar nombres. Es comprender los procesos, reconocer cómo las decisiones del pasado han forjado el presente y, sobre todo, aprender de los aciertos y errores de quienes nos precedieron. Es un acto de identidad, de pertenencia, de gratitud. Cuando ignoramos nuestra historia, corremos el riesgo de repetir sus tragedias o de despreciar los logros que nos han traído hasta aquí.

Amar la historia es también un acto de responsabilidad. No basta con recordarla; hay que transmitirla con rigor, con pasión, con el compromiso de no deformarla al antojo de intereses particulares.

Cada generación tiene el deber de contar su historia con honestidad, no para imponer verdades absolutas, sino para dar herramientas a quienes vendrán después. La historia no es un museo estático ni una lista de acontecimientos fríos; es un relato vivo que nos enseña quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde podemos ir. Quien conoce su historia no solo se aferra a sus raíces, sino que tiene más claridad para construir el futuro.

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El problema es que cada vez se lee menos historia y se prefiere el resumen rápido, la interpretación acomodada, la narrativa simplificada que omite los matices. No se trata de anclarse en el pasado ni de idealizarlo, sino de mirarlo con la seriedad y el respeto que merece.

Conversar con gente como Alfredo era un placer porque te llevaba a esos rincones de la memoria colectiva que muchas veces olvidamos. Ojalá más personas se apasionaran por nuestra historia, no solo para conocerla, sino para honrarla y defenderla de la amnesia conveniente que algunos pretenden imponer.

La historia es nuestra raíz y, sin ella, cualquier viento nos arrastra.

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