Uno de estos jóvenes universitarios, de acuerdo con la Fiscalía, se aprendió la fórmula para cocinar el tusi, que es una especie de
“Al replicarla, efectivamente, otras personas se aprendían la fórmula y podían hacerla desde sus cocinas, desde cualquier casa. Logramos neutralizar un modelo delictivo negocial, un negocio que da unas rentas criminales de $3’000.000 diarios”, afirmó Martínez.
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Los investigadores lograron determinar que las sustancias eran almacenadas, dosificadas y fabricadas, principalmente, en viviendas de los barrios Mandalay, Castilla, Santa Catalina, Pio XII, Valladolid, Tintal y Banderas, en la localidad de Kennedy.
Esta banda fue creciendo a medida de que los jóvenes aprendían a hacer la droga desde sus casas y así, posteriormente, comercializarla en zonas de rumba de Bogotá como Galerías, Chapinero y la zona T y en amanecederos.
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