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"Del Iberoamericano de Teatro y otros festivales": editorial Ley del Montes mayo 20

Óscar Montes cuestiona los pocos recursos que el gobierno nacional gira a las actividades culturales que promueven el sano esparcimiento.

120391_Óscar Montes. Foto: twitter @leydelmontes
Óscar Montes. Foto: twitter @leydelmontes
Óscar Montes. Foto: twitter @leydelmontes

Por cuenta de una crisis interna que tiene enfrentados a sus directivos y ex directivos, el Festival Iberoamericano de Teatro y el Teatro Nacional –dos “hijos” consentidos de la desaparecida actriz y gestora cultural Fanny Mickey- se encuentran en peligro.

 

En efecto, el desafío público entre Daniel Álvarez Mickey –hijo de  Fanny y ex director ejecutivo de la Fundación Teatro Nacional- y William Cruz, Guillermo Hernández y Anamarta de Pizarro, directora del  Festival Iberoamericano de Teatro, evidenció la guerra de poderes que se libra dentro de dos de las entidades emblemáticas de la cultura nacional.

 

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Álvarez Mickey alega que fue excluido de forma ilegal de sus cargos directivos, mediante una modificación arbitraria de los estatutos, llevada a cabo sin su consentimiento por sus antiguos socios, quienes –por su parte- alegan que todo está ajustado a la ley.

 

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El delicado asunto llegó al despacho de la ministra de Cultura, Mariana Garcés, quien dio a conocer unas cifras astronómicas, si se comparan con los presupuestos de otros eventos culturales que sin tener el despliegue del Festival Iberoamericano de Teatro, sí contribuyen a la difusión y preservación de nuestra cultura.

 

Según el Ministerio, en los últimos años ha girado al Festival Iberoamericano cerca de 30 mil millones de pesos, dinero que ha servido para financiar las últimas versiones del que es –sin duda- uno de los eventos culturales del país. Sólo en 2010 el Ministerio cubrió una deuda del Festival de 6.500 millones de pesos.

 

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Aunque el Festival es un evento que merece el respaldo del Ministerio de Cultura, la pregunta que surge es: ¿Qué pasa con los demás festivales –muchos de ellos en la Región Caribe- que se hacen con las uñas y sin que esa cartera gire recursos para su sostenimiento? ¿Cuánto aporta –por ejemplo- para el Carnaval Internacional de las Artes de Barranquilla? ¿Cuánto al Festival de la Cumbia de El Banco, Magdalena? ¿El del Porro en San Pelayo? ¿El de Compositores de San Juan del Cesar, La Guajira?

 

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La precariedad del presupuesto del Ministerio hace más llamativo el hecho de que buena parte de sus recursos se destine a tan pocos eventos. Y eso también hay que revisarlo.

 

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