Murió Noriega, el dictador que retó a Estados Unidos: Editorial Óscar Montes

El panelista Óscar Montes habló sobre la muerte de Manuel Antonio Noriega.

BLU Radio Óscar Montes. Foto: bluradio.com

Manuel Antonio Noriega murió a los 83 años en ciudad de Panamá, a donde regresó, después de purgar una pena de varias décadas en Estados Unidos por narcotráfico y homicidio.

 

Noriega fue durante muchos años el mejor aliado de Estados Unidos en América Latina y después se declaró su peor enemigo.

 

El general Noriega, ascendió a poder por ser el heredero político de quien fuera el "hombre fuerte de Panamá", el general Omar Torrijos, el ex presidente centroamericano más carismático, uno de los mejores amigos de Gabriel García Márquez y de Fidel Castro.

 

Noriega supo capitalizar el inmenso arraigo popular de Torrijos para llegar al poder y convertirse en presidente del país centroamericano.

 

Pero Noriega no era Torrijos. Muy pronto en el poder en 1983, Noriega estrechó sus vínculos con el cartel de Medellín y se convirtió en el gran aliado de esa organización narcotraficante al permitir el paso de la droga de forma impune por Panamá hasta llegar a los Estados Unidos.

 

La dictadura de Noriega, que se extendió hasta 1989, acabó con la invasión a Panamá por parte de Estados Unidos, que en tiempos de George Bush, decidió acabar por la fuerza con el mandato de quién se había convertido en su peor enemigo.

 

La invasión de los marines estadounidenses se llamó "causa justa". El pueblo panameño,en su inmensa mayoría, aplaudió el fin de la dictadura de Noriega.

 

El ex presidente de Panamá fue capturado, luego de refugiarse en la Nunciatura de Ciudad de Panamá, trasladado a Estados Unidos, enjuiciado y condenado a 40 años de cárcel por narcotráfico y por homicidio.

 

La pena fue rebajada por buena conducta, luego quedó en libertad, pero fue capturado de nuevo y extraditado a su país, donde murió recientemente, luego una cirugía. 

 

Así acabó la vida del dictador Noriega, cuyo nombre simbolizaba violación de Derechos Humanos, captura, tortura y muerte de sus opositores y, claro, narcotráfico.

 

Así acabó el dictador que se atrevió a retar a Estados Unidos y al mundo democrático. Así acaban las dictaduras y los dictadores. En ese espejo deberían mirarse todos aquellos regímenes dictatoriales que creen que el poder les durará toda la vida y que hoy hacen gala de un cinismo sin par y someten al pueblo, especialmente a la oposición, a todo tipo de afrentas y persecuciones.

 

En el espejo de Noriega deberían mirarse Nicolás Maduro y compañía.

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