El cacao no solo endulza paladares, sino que también transforma vidas. En entrevista con Mañanas Blu, con Camila Zuluaga, Miguel Vargas, un cacaotero del sur de Bolívar, compartió su inspiradora historia sobre cómo este cultivo ha sido un motor de cambio tanto para él como para su comunidad.
Con más de dos décadas dedicadas al cultivo de cacao, Miguel Vargas es un ejemplo viviente de cómo una decisión puede marcar la diferencia. Su viaje comenzó en el año 2001, cuando la región del sur de Bolívar se encontraba inmersa en la problemática de los cultivos ilícitos.
Fue entonces cuando un programa de desarrollo alternativo auspiciado por la cooperación americana llegó con la propuesta de establecer áreas de cacao en la región. Miguel, recién salido del colegio, vio en esta oportunidad la puerta hacia un futuro diferente.
“El cacao es un cultivo de esperanza a nivel de todo el país”, afirmó Miguel. Lo que empezó como una iniciativa local se convirtió en un proyecto de alcance nacional. A través de su liderazgo, Miguel logró establecer la Asociación Nacional Cacaotera de Colombia, una red que hoy en día aglutina a más de 100 organizaciones dedicadas al cultivo de cacao en todo el país.
La historia es muy bonita y es en este programa de cooperación tuve la oportunidad de formarme y de aprender de que acabo para dar a conocer a los agricultores, en principio en sur de Bolívar y hoy en día no solamente es en Colombia sino en Latinoamérica. Desde esa iniciativa del año 2001 logramos aquí en Sur de Bolívar constituir a nuestra organización Aprocasur y desde Aprocasur con un conjunto de organizaciones a lo Largo y Ancho del PAÍS, logramos hace 10 años Camila, constituir la Asociación Nacional Cacaotera de Colombia
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Pero su historia no se limita a la gestión organizativa. Miguel se convirtió en un tecnólogo del cacao y un empresario del sector, gestionando una red de organizaciones vinculadas al cacao. Su decisión no solo ha ayudado a generar empleo y desarrollo económico en la región, sino que también ha trascendido fronteras, extendiéndose a otros países de Latinoamérica.
"El cacao trasciende fronteras, transforma vidas y fue para mi caso particular como persona, como agricultor, como estudiante, como amante del cacao, transformar vidas, transformar regiones a través de hoy de un cultivo que es el cacao y que hoy tiene una bonanza que no lo habíamos visto en la Historia del cultivo propiamente", relató.
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El cambio de cultivo, de la coca al cacao, no solo implicó una transformación productiva, sino también una transformación personal y comunitaria. Miguel describió cómo arrancar los cultivos ilícitos del corazón fue el primer paso hacia una nueva forma de relacionarse con la tierra y con la vida.
Lo primero que todo no fue olvidarnos de lo que hacíamos, sino arrancarnos eso del corazón para hacer algo diferente. Y claro, tiene entonces una condición de cómo cambia ese vínculo con la tierra. La tierra ya era visto de una manera un poco más productiva desde el punto de vista que era un cultivo legal. Para el caso de cacao, que en su momento era el que a futuro nos iba a permitir sostener a las familias y nos iba a permitir generar un mejor desarrollo económico local
“Cacao es el cultivo de la paz, el cultivo esperanzador”, sentenció Miguel. Y no solo eso, sino que también es una fuente constante de ingresos para las familias, proporcionando recursos para sus necesidades cotidianas.
"Soñamos que el cultivo de cacao iba a cambiar las vidas, lo viene cambiando desde hace 20 años, lo está cambiando ahora y lo seguirá cambiando", finalizó el cacaotero.
Escuche la entrevista completa en el audio adjunto:
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