Al menos tres personas murieron en una explosión registrada este viernes 12 de noviembre en una mezquita de la provincia de Nangarhar, al este de Afganistán, convertido en el epicentro de la reciente ola de violencia entre los talibanes y sus rivales de la organización Estado Islámico, declararon fuentes médicas a la AFP.
"Hasta el momento tenemos tres muertos y 15 heridos", dijo a la AFP un médico del hospital local.
Según fuentes talibanas, la explosión se produjo "durante la oración del viernes dentro de una mezquita en el distrito de Spin Ghar". Por el momento no se ha reivindicado el atentado.
Nangarhar es el principal bastión del rama afgana del grupo yihadista Estado Islámico, conocida como EI-K, rival de los talibanes, que ha reivindicado algunos de los ataques más sangrientos de los últimos meses, desde el retorno de los islamistas al poder en agosto.
Entre ellos el del aeropuerto de Kabul, en el que fallecieron más de 100 personas el pasado 26 de agosto, y el perpetrado a principios de este mes contra un hospital de Kabul, en el que murieron 19 personas.
La mezquita atacada era frecuentada por los talibanes, según un periodista de la AFP. Los ataques anteriores habían tenido como objetivo lugares de culto de la minoría chiíta.
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La bomba estaba escondida en un altavoz, situado cerca del imán, dijo a la AFP Walli Mohammed, un residente del barrio.
La carga estalló cuando se encendió el altavoz para iniciar la oración, añadió.
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La explosión se produjo en las afueras de Jalalabad, una ciudad del este de Afganistán cercana a la frontera con Pakistán que se ha convertido en un bastión de la rama afgana del grupo yihadista Estado Islámico, conocida como EI-K.
En esta provincia, la prensa local ha informado en las últimas semanas de una serie de asesinatos, atribuidos a conflictos entre talibanes y combatientes del EI-K.
Imágenes de un ataque con bomba contra una mezquita en el distrito de Spin Ghar de la provincia de Nangarhar, en el este de Afganistán
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Afganistan'ın doğusundaki Nangarhar Eyaletine bağlı Spin Ghar İlçesinde bir camiye bombalı saldırınin düzenlendigi görüntüler pic.twitter.com/T6X6Bd83jM
— Furkan (@Frknwar) November 12, 2021
Afganistan’da camiye saldırı: Çok sayıda yaralı var https://t.co/ZYbMOuAiCN pic.twitter.com/oSk4kf97Yc
— YÖN Haber (@YonHaber) November 12, 2021
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"Bajo nuestro control"
Desde que tomaron el poder en Afganistán el 15 de agosto, los talibanes, que han hecho de la seguridad su prioridad tras 20 años de guerra, han tenido que hacer frente a una ola de sangrientos atentados perpetrados por el grupo Estado Islámico.
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EI-K ha atacado en las últimas semanas a los talibanes y a la minoría chiíta afgana.
Nacido en 2014 y presente sobre todo en el este de Afganistán, el EI-K es un grupo islamista sunita, como los talibanes, pero es aún más riguroso y defiende una "yihad global".
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Este grupo es responsable del sangriento atentado perpetrado en agosto en el aeropuerto de Kabul, cuando los estadounidenses y sus aliados evacuaban a sus ciudadanos y a ciudadanos afganos en medio del caos. Trece soldados estadounidenses y un centenar de afganos murieron.
Uno de sus atentados más recientes, perpetrado a principios de noviembre contra el Hospital Militar Nacional de Kabul, causó la muerte de al menos 19 personas, entre ellas un alto cargo talibán, y dejó unos 50 heridos.
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Más de 120 personas han muerto también en ataques del EI en las últimas semanas en dos mezquitas frecuentadas por la comunidad hazara, una minoría chiíta, en Kandahar (sur) y Kunduz (norte).
Sin embargo, el gobierno talibán tiende a minimizar públicamente la amenaza.
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La rama del EI en Afganistán "está más o menos bajo nuestro control" y "no es una gran amenaza", dijo el miércoles el portavoz del gobierno talibán, Zabihullah Mujahid, en una conferencia de prensa en la que anunció 600 detenciones relacionadas con el grupo rival en los últimos meses.
La seguridad es, junto con la crisis económica y humanitaria, uno de los principales retos del nuevo régimen talibán.
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La ONU advirtió que el país está al borde de la peor crisis humanitaria del mundo. Más de la mitad de la población se enfrenta a una grave escasez de alimentos y el invierno, inminente, obliga a millones de personas a elegir entre emigrar o morir de hambre.
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