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En una decisión judicial que ha conmocionado a la comunidad australiana, un tribunal de Australia sentenció a 32 años de prisión al conductor de un bus involucrado en un trágico accidente que dejó diez personas fallecidas y 25 heridas. Este accidente ocurrió cuando un grupo de personas regresaba de una boda en junio del año pasado. El caso ha resaltado la gravedad de la conducción temeraria y la responsabilidad de los conductores en la seguridad de sus pasajeros.
El accidente tuvo lugar alrededor de la medianoche del 11 de junio de 2023, en la localidad de Greta, una pintoresca zona vitivinícola en Hunter Valley, a unos 180 kilómetros al norte de Sídney. El autobús, que transportaba a 35 personas que regresaban de una celebración nupcial, sufrió un grave siniestro al volcarse tras colisionar contra un guardarraíl. La investigación reveló que el vehículo estaba circulando a una velocidad excesiva al intentar tomar una rotonda, lo que llevó a la pérdida de control del autobús.
El conductor, de 59 años, se había declarado culpable de 35 delitos, incluyendo conducción peligrosa con resultado de muerte y conducción temeraria, después de llegar a un acuerdo con la Fiscalía. Durante el juicio, se admitió que el conductor había tomado un potente relajante muscular el día del accidente. El magistrado Roy Ellis, del Tribunal de Distrito de Newcastle, enfatizó la responsabilidad del conductor en garantizar la seguridad de los pasajeros, destacando que su conducta al volante debería haber sido ejemplar.
El juez Ellis expresó en su sentencia que "la cuestión de la culpabilidad moral en este caso es importante, ya que el infractor tenía la responsabilidad de garantizar la seguridad de los pasajeros". Además, subrayó que debido a la negligencia del conductor, se perdieron diez vidas inocentes, y otras víctimas sufrieron graves daños corporales y lesiones.
El accidente de Greta ha sido clasificado como el quinto con el mayor número de víctimas en Australia. El choque más grave registrado en el país ocurrió en 1989, cuando el impacto entre dos autobuses resultó en 35 muertos y 41 heridos. Este nuevo accidente ha generado una ola de luto y reflexión sobre la seguridad en el transporte público y la responsabilidad de los conductores.
La sentencia de 32 años de cárcel impuesta al conductor refleja una fuerte postura del sistema judicial australiano contra la conducción imprudente. Esta condena busca enviar un mensaje claro sobre las consecuencias de no cumplir con las normativas de seguridad vial y las graves implicaciones legales de la conducción temeraria. Además, el caso ha generado un debate público sobre la necesidad de medidas más estrictas para prevenir accidentes similares en el futuro.
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