¿Está bien admirar a unos bandidos? Alberto Linero sobre ‘La casa de papel’
¿Qué responsabilidad tienen los creadores de estos relatos en las dinámicas diarias de nuestra vida? Creo que vale la pena una serena y sosegada reflexión al respecto.
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Una de las preguntas que se han hecho a lo largo de la historia del análisis de los medios es la influencia que tienen los productos en las personas, en la sociedad. Una de las preguntas que se hacen es: ¿Qué tanto influyen los relatos mediáticos en el comportamiento de las personas?
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En este contexto me llama la atención el éxito de la serie ‘La casa de papel’, una serie de tv española que se estrenó en mayo de 2017, Netflix la adquirió a finales de ese año y la popularizó en el mundo entero.
El argumento nos presenta una banda organizada de ladrones que tienen el objeto de cometer el atraco del siglo en la casa nacional de moneda. Cinco meses de preparación quedarán reducidos a 11 días para poder llevar a cabo con éxito el gran golpe.
Ya son tres temporadas con la que se lanzó en la madrugada de este viernes. Las personas con las que he hablado, que son fanáticas de esta serie, están fascinadas con los protagonistas, que para mí son malos.
Es decir, todo el mundo está respaldando a los malos, a los ladrones. Amar a los villanos pareciera una idea paradójica, pero es real. Nos enloquecemos con aquellos personajes que a la luz de la ley son unos bandidos, delincuentes, bandoleros, pero que ante nuestra mirada ansiosa por aventura, inteligencia y acción reivindica la necesidad de que alguien vaya en contra del sistema, eso que tal vez no podemos hacer nosotros.
Yo me pregunto: ¿está bien eso? ¿Tiene alguna repercusión en la vida diaria que nosotros tengamos como héroes a los que hacen el mal, los que hacen lo ilegal? ¿Qué responsabilidad tienen los creadores de estos relatos en las dinámicas diarias de nuestra vida? Creo que vale la pena una serena y sosegada reflexión al respecto
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