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Carrera política de Aida Merlano, un salto que terminó en el pavimento

La excongresista barranquillera, ahora prófuga, tuvo un ascenso meteórico con el respaldo del clan Gerlein.

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Blu Radio / Aida Merlano. Foto: Noticias Caracol

Cuentan quienes la conocen, que el carácter de Aida Merlano Rebolledo es de contrastes. Por un lado, la silenciosa diputada y congresista conservadora que poco o nada habló durante seis años en las sesiones de la Asamblea del Atlántico y la Cámara de Representantes, y, por el otro, la mujer sagaz y dispuesta a todo por lograr sus objetivos.

Fue capaz de liderar una maquinaria de compra de votos para su elección al Senado y de bajar desde un tercer piso, agarrada de una cuerda, para luego escapar de los guardianes del Inpec que la vigilaban en una moto, pese a su condición de condenada a 15 años de cárcel por delitos electorales.

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Merlano Rebolledo, barranquillera de 43 años, no pertenece de cuna a ningún clan político de esta ciudad o de la costa. Vino de abajo. Nació y se crió en el popular barrio Buenos Aires, en el sur de la capital atlanticense, y comenzó a trabajar en política de la mano de su padre, un líder comunal que conseguía votos para los barones electorales, entre ellos la familia Gerlein.
Su padre, Domingo Merlano, era uno de los capitanes barriales de Julio Gerlein, quien por años ha sido contratista del Distrito y el Estado con su empresa Valorcón, durante las campañas para el Senado de su hermano mayor, el conservador Roberto Gerlein Echeverria. Rápidamente, Julio descubrió el talento de Aida para conseguir apoyos y mover votantes y la apadrinó desde joven.

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El trabajo y la influencia de Merlano, quien se graduó de abogada, creció como bola de nieve dentro del clan Gerlein al punto de que su entonces pareja, Carlos Rojano, dejó sus vínculos izquierdistas para recibir el apoyo gerlenista y convertirse en el hombre fuerte dentro del Concejo Distrital.
Luego, en 2012, fue la misma Aida Merlano la que de la mano del partido Conservador y del clan Gerlein llegó a la Asamblea del Atlántico. Para entonces fue sorpresa que siendo su primera participación en política y a pesar de ser prácticamente una desconocida, fuera elegida con el mayor número de votos, 42.275.
Pero la creciente carrera política de Merlano apenas despegaba y en 2014 ganó una curul en la Cámara de Representantes como fórnula de Roberto Gerlein.

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Nadie podía presentir ni sospechar en ese momento que cuatro años después, en 2018, sería la candidatura de Merlano al Senado la que fracturaría la estrecha hermandad de Julio y Roberto Gerlein, quienes durante casi medio siglo habían tenido claros sus roles: Roberto era la cara visible del clan y Julio su respaldo económico.
Julio Gerlein decidió apoyar la candidatura de Merlano por encima de la de su hermano, quien luego declinó su aspiración por motivos de salud.

Aida Merlano habría llegado sin complicaciones al Senado con 73.252 votos, contando también con el respaldo de la familia Char, si el mismo día de las elecciones la Fiscalía y la Policía no irrumpen en su comando político en el barrio El Golf, conocido como la Casa Blanca, y encuentran los registros y la contabilidad de la compra de miles de votos, 268 millones de pesos en efectivo y cuatro armas de fuego.
Ese fue el comienzo del fin de la fulgurante carrera política de Merlano, quien el 13 de septiembre pasado se convirtió en el primer congresista del país condenado por comprar votos.

La Corte Suprema de Justicia la sentenció a 15 años de prisión, pero quedó abierta la posibilidad de una rebaja de penas con tal de que "prendiera el ventilador" e implicara a otros pesos pesados de la política costeña.
En Barranquilla todavía se comenta por qué la Fiscalía tenía que caerle precisamente a Merlano, cuando el abanico de prácticas corruptas es variado y amplio en muchos comandos. La echaron al agua, se dice en las calles y en los corrillos políticos desde entonces, pero la pregunta es ¿quién?
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